Capítulo veintiuno.

578 45 9
                                    

No creo estar loca, pero el grito que acabo de escuchar, más ese aroma tan maternal digno de madre y luna, se asemeja mucho al de mi mamá.

La gente se queda totalmente en silencio cuando ella vuelve a gritar.

- ¡Háganse a un lado, lobos! Necesito ver a mi hija en su vestimenta. - grita, pero al parecer todo mundo está tan pasmado ante su presencia, que no captan la orden. - ¿Qué no escuchan? ¡Que se quiten!

Ahí es cuando me avergüenzo un poco de ella, por su forma de ser tan especial. Pero prefiero eso a no tenerla.

Veo como logra, al parecer, quitar a la gente de su camino y quedar tiesa ante mí. Yo estoy paralizada, estática, y todo aquel sinónimo. Tanto que no puedo moverme para correr y abrazarla.

- Mi pequeña nena. Mi princesita. - susurra y desde nuestra distancia puedo percibir el aroma de sus lágrimas.

- Mami. - susurro de vuelta y reacciono cuando la veo correr hacia donde estoy parada.

Y eso mismo hago yo, correr para alcanzarla.

- Mi amor. - me abraza y siento descargas por todo mi cuerpo.

Siento que todo está bien, siento que vuelvo a la vida, siento que estoy completa. Con Killian tengo esos sentimientos, pero nada comparado como con una mamá.

- Mami, te extrañé tanto. - la aprieto a mí, pero sin hacer mucha fuerza. Temo por su estado. - No vuelvas a dejarme sola, te lo prohíbo.

- Lamento haberte dejado y para remate, con tres cabezones, pero creeme que ya estoy aquí dispuesta a escuchar las quejas que me tienes de esos lobos.

Río. Por fin todo está como debe de estar.

- Te tengo quejas de papá y de Andrew.

- ¿Andy? - pregunta y asiento. - Que extraño... De tu padre las esperaba, incluso de Anthony, pero, ¿Andrew?

- Para que veas, pero luego te cuento y con detalles. - prometo.

- Sí, tienes que hacerlo y antes de que te vayas con Killian.

Me sonrojo sabiendo a lo que se refiere, pero no doblego mi postura. Si algo aprendí de ella, es que aunque tenga ganas de llorar, debo de portar firmeza.

*-Bonita manera de aplicarlo, Aurora.

Casi que quiero rodar los ojos por lo que mi loba dice.

*-Pecadora.

Santo luna...

- ¿Mi amor? - escuchamos a las espaldas de ella. Es papá. - Rose...

- Alpha. - ella me suelta y se gira para darle atención a él.

Yo, me cruzo de brazos y mi semblante seguro es de una persona enojada. ¿Por qué siempre tiene que tener toda la atención de mamá? Se sabe que es su mate pero yo estuve en su vientre, merezco prioridad y respeto.

- ¡Suegra! - Daphne.

- ¡Mami! - Tony.

Y así, poco a poco la gente se reúne a saludar y felicitar a mi mamá. Aún no se ha podido siquiera comentar del por qué estaba dormida o como hizo para despertar. Tan solo pasaron dos días casi desde su extraño estado, y no es como si no estuviera feliz de que esté de vuelta, pero hay algo que me parece que no cuadra.

- Mamá, ¿Cuando podremos hablar bien? Lo digo en serio. - la halo un poco de su brazo para apartarnos del gentío.

- Cachorra, deja el estrés. Estás en tu sagrada unión, disfruta. Luego hablaremos de lo que gustes. - es lo que me dice.

Yo no la presiono más y trato de hacer lo que ella me pide. Busco a mi alpha y lo veo hablando con mi hermano Tony. Pasan las horas y le pido que busquemos un lugar cerca de mamá para aullarle a la Luna.

Él, al ser el alpha anfitrión, se coloca en una pequeña colina y yo junto a él. Nada más es bajar un poco la cabeza para darme cuenta de que ya todos estamos en posición para esperar a la Luna roja. Esta tarda un poco más de lo normal en aparecer, pero la espera vale la pena.

Miro a Killian y su mirada trasmite tanto amor y orgullo, que siento calidez en mi pecho. Nos damos un beso y procedemos a transformarnos en lobos. Poco después, los demás hacen lo mismo.

Ya todos transformados, esperando a que la luna llegue a su máximo punto para rendirle homenaje. Vuelvo a mirar a Killian quien ahora es Akjajib.

*- Te ves hermosa, luna mía. - inclina su cabeza en mi dirección.

Yo no le respondo, pero sabe que le agradezco con todo mi corazón. Mi loba está muy agradecida también. Me apoyo un poco a su cuerpo, restregándome, tratando de grabar en mi pelaje su aroma. Lo más que se pueda.

*- Es momento. - vuelve a hablar.

Miro hacia arriba y sí, ya la luna está justo donde debe estar.

Los demás lobos empiezan a aullar, tanto de la manada de mi padre, como la de Killian. Veo hacía mi familia y mamá está parada al lado de mi padre, sobando su lomo y con su otra mano, su pancita. Mis hermanos están con sus mates a la vera de ellos. Anthony como el futuro líder.

Yo miro hacia mi esposo y es como si me dijera que aullara, así que lo hago con todo el placer. Aullo con todo el sentimiento posible, tratando de transmitir la alegría que siento. El gozo, la paz, la dicha.

Tengo a mis padres conmigo, a mis hermanos y nuevas hermanas. A lucy y a Sam. Tengo al amor de mi vida. Una manada fuerte. Lo tengo todo, por eso estoy tan agradecida.

(•••)

- Mi luna, ya es momento de que usted y el alpha se retiren. - me anuncia una joven que está encargada del evento.

- Muchas gracias, ya mismo nos vamos. - me sonrojo porque sé que es lo que pasará.

Es tradición que las parejas recién unidas, se tomen su momento a solas. Killian y yo hemos decidido dar una vuelta por el bosque, yo quería una luna de miel al estilo de humanos, pero como están las cosas, no se pudo. Entonces, decidimos lo de la caminata.

Lo haremos en nuestra forma humana. Cabe aclarar que cualquier cosa puede pasar. Es por eso, que nadie tiene permitido ir más que los recién unidos.

Tradiciones que solo nosotros comprenderemos.

- Killian, me han avisado que es momento de darle fin a la ceremonia. - le digo al oído en cuanto lo veo. - Ya van a ser las seis de la mañana.

- Sí, ¿Estás segura que quieres salir ahora? ¿O refieres que vayamos a nuestra cabaña? - me toma del brazo y me conduce un poco lejos del resto.

- La verdad quería mucho ir por ahí, solos tú y yo. - me muerdo el labio, nerviosa. - Pero no sé, creo que lo mejor es no alejarnos mucho. Saben que estaremos un poco lejos y no quiero que tomen eso como ventaja para atacarnos.

- Tampoco exageres, amor. - me acerco más a él. - Se sabe que estamos en un momento crítico, pero eso no significa que no podemos darnos ciertos lujos. Yo te preguntaba es por si estabas cansada y querías estar cómoda en nuestra cama.

- Somos lobos, está en nuestra naturaleza estar a estas horas despierto por las rutinas de vigilancia en la manada. Podemos ir un rato y luego volver. - le sugiero.

Algo me dice que si no hacemos esa caminata, me enojaré y eso no es bueno.

- Bueno, despedimos a tu familia y nos vamos. - me da un beso en la frente y nos guía hacía donde están ellos.

- Mami. - me acerco y la abrazo. - ¿Cómo te sientes? ¿Cansada? - le pregunto soltándola.

- Un poco, bebé. - se soba la pancita. - Pero ya nos vamos y podré descansar. Pude haber estado dormida por días, pero eso también cansa.

Nosotros nos reímos de lo que dice. Mi señora madre es un cuento.

[•••]

Alpha Killian ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora