—Hablé con el señor Bourgeois y me confirmó que sería buena idea.
—Excelente, Jean. Pero ¿no quiere entrevistarme?
—Pues...
Le hice una seña con la mano para pausar la charla.
—Disculpe, ¿su nombre? —indiqué, y marqué un nombre de la lista. Alcé el cordón rojo y lo dejé ingresar.
Mi deber como recepcionista era, una vez más, monitorear la entrada de la fiesta.
—Lo siento, Jean, me decías —continué.
—El señor Bourgeois está muy ocupado, cree que si es de mi recomendación estará bien.
—Oh, genial. Entonces debemos cuidar a la niña y...
—Nos toca cuidar a Chloe mientras la señora Bourgeois está en su junta. Como prueba. Si resulta bien, podrían tenerte en cuenta para el futuro.
—Lo sé, es importante. Gracias por esto, Jean.
—No es nada. Dejaré que sigas con tu trabajo.
—Adiós —sonreí.
Mi principal consternación era que, en mi experiencia laboral, nunca había cuidado niños y niñas. Era una tarea muy demandante que implicaba enorme responsabilidad. Aunque al estar con Jean me sentía más segura.
En un ínterin, observé el majestuoso cielo estrellado. Trabajar allí era un lujo sin dudas.
Esas noches aprovechaba para analizar la vestimenta de los invitados. Seda, terciopelo, lentejuelas y zapatos lustrados.
Me crucé con un invitado particular y lo detuve del brazo.
—Vaya, te ves lindo.
—Gracias, tú también —respondió Jagged.
—Digo, comparado con unos pijamas... —bromeé, lo que lo hizo reír. Su alineada sonrisa acaparaba mi atención.
—Al menos ya sabes cómo me veo cuando me despierto.
Esa mañana lo había visto salir de su habitación, en las más deplorables condiciones.
—Con shorts y una camiseta que te deja semidesnudo.
—Bueno, estoy mucho mejor, o ¿no?
—No lo niego —sonreí.
Fijé la vista en el punto particular donde su collar refractaba un destello, escondido tras un par de botones desprendidos.
—Oye, te veo en un rato.
—Sí, debo seguir el trabajo. Nos vemos.
Regresé a la puerta del ascensor a seguir contando invitados. Entraban, salían, bajaban al hotel. Este grupo en particular se mostraba bastante movedizo.
Fingir ser importante era mi entretenimiento favorito. Cuando la fiesta estaba por llegar al final, me lanzaba a merodear por la terraza actuando con autoridad, como si estuviera ocupándome de algún asunto. La tabla de nombres y la corbata colaboraban con la imagen.
La música ya era tenue, como para poder ser oída pero no dificultar las conversaciones. Me acerqué a la señorita Straighthead, quien estaba en compañía de Audrey Bourgeois, la dueña.
A medida que me aproximaba, discernía sus expresiones. Parecían envueltas en un tenso dialogar.
—Pero, Audrey, tal vez él sabe lo que hace.
—No, no sabe. No puedo seguir trabajando con su informalidad.
—Tomar esa decisión ahora que estás molesta no es conveniente. Son muy amigos de los Agreste. Tal vez... puedas...
ESTÁS LEYENDO
La historia de Nathalie [+18]
FanfictionEs algo cotidiano para mí pasar desapercibida. La impresión que doy es la de una sumisa y callada asistente, la sombra de alguien más. Sí, todos conocen mi presente. Ahora soy una de los villanos de París; aunque, claro, eso depende de quién lo cuen...