La historia de Nathalie [+18]

15 | Los héroes

—¡Hola! —vociferé al entrar al restaurante.

—Buenas tardes —saludó Giancarlo desde la ventanilla de la cocina.

Elsie se acercó a recibirme con una bandeja en la mano.

—Hola, lindo —dije, sentándome del otro lado del mostrador donde Alen escribía.

—¿Cómo estás?

—Muy bien. Mucho trabajo, ¿eh?

—Bastante. Pero ya casi termino. Siéntate, te traeré un jugo.

—No, no hace falta. ¿Quieres que haga algo?

—Eres la invitada, tú no te preocupes. Ya termino y saldremos.

—Si estás cansado para andar en bicicleta, podemos ir a caminar al parque.

—Es buena idea —sonrió mientras seguía anotando. Luego partió a la cocina.

—Fue un día agitado —se acercó Elsie y tomó asiento junto a mí.

—Lo sé. Hay muchas personas. ¿Tú qué harás hoy?

—Probablemente venga cierto pariente tuyo a buscarme.

—Eso tiene sentido —reí.

—Y... ¿ya tienes que volver a París?

—Sí. Ni siquiera me he ido y ya estoy programando cuándo venir de nuevo.

—Bien, ya terminé —anunció Alen, llegando desde la cocina.

Tomó mi mano y salimos por la puerta trasera.

—¡Ah! Hace cuánto no hacemos esto —me emocioné.

—Yo también lo extrañaba.

—No hay armónica hoy.

—No —sonrió. Luego se inclinó para darme varios besos seguidos.

Después de unos segundos quiso alejarse, pero tomé sus mejillas para no dejarlo.

—Ya, nos verán los de adentro —rio.

—De acuerdo. Vamos por ahí.

Llevamos nuestras bicicletas a rastras por los bordes de la calle.

—Hubo mucho trabajo hoy, ¿no?

—Sí. Los sábados hay mucha gente, ya sabes, lo de siempre. Mañana tengo día libre, así que podemos hacer algo. ¿Tal vez ir al cine?

—Alen, mañana viajo de vuelta.

—Oh. ¿Mañana? Es decir, ¿ya pasó una semana?

—Sí.

—Vaya, qué rápido. Parece que hubieras llegado ayer.

—Lo sé, a mí me parece igual.

—Bueno, al menos tenemos este rato. Puedes contarme algo de... no sé... ¿aún cocinas tartas como las de tu papá?