El día había llegado. Tomaría un vuelo en menos de cinco horas. Un vuelo que cambiaría mi vida.
Me quedé boca arriba en la cama y miré a mi alrededor. Qué desnudas se veían mis paredes, que vacío el armario. Al lado de la puerta estaba mi maleta y mi bolso de mano; lo demás ya estaba siendo transportado hacia mi nuevo departamento.
Qué extraño era decir eso.
Trataría de no preocuparme demasiado. No podía empezar una nueva vida tensa. Tenía que recordarme por qué estaba haciendo eso. Era mi sueño y lo estaba cumpliendo; no muchas personas tenían esa suerte.
Bajé a la sala y todos estaban levantados, listos para acompañarme al aeropuerto. Y luego sería yo sola con el mundo.
—¿Tienes tu documentación? —preguntó mi mamá.
—Sí, en el bolso.
—¿Bajaste el equipaje? —recordó mi papá.
—Ah, no.
Repasé la lista en mi cabeza de lo que debía llevar, hasta que sonó el timbre. Caminé hacia la puerta y ahí estaba Alen.
—¿Qué estás haciendo aquí, a estas horas de la mañana?
—Vine a acompañarte al aeropuerto.
—¿Qué?
—Ayer en la fiesta hablé con tu padre y me permitió venir. Claro, jamás me habría dejado pasar la noche aquí.
—Y con razón —acotó Lucas, comiendo su yogurt.
—¡Cállate, imbécil! —le murmuré—. Bueno, al menos es un comienzo.
—Ah, veo que ya llegó Alen —notó mi mamá—. Llamaré al taxi.
—¿Entramos todos en uno?
—Pues, tendremos que hacerlo.
El taxi llegó a la puerta en quince minutos. Subimos la maleta y luego nos apretamos para entrar cuatro en el asiento trasero. Mi padre iba adelante.
Las dos horas de camino consistieron en puras recomendaciones de mi madre y charlas de mi padre con el conductor. Lucas no paraba de hacer bromas, se notaba que estaba nervioso.
Ahí estaba de nuevo, parada en medio del aeropuerto. Mucho más nerviosa que la primera vez. A cada rato sonaba el altoparlante y se me disparaba el corazón.
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La historia de Nathalie [+18]
FanfictionEs algo cotidiano para mí pasar desapercibida. La impresión que doy es la de una sumisa y callada asistente, la sombra de alguien más. Sí, todos conocen mi presente. Ahora soy una de los villanos de París; aunque, claro, eso depende de quién lo cuen...