3 | El novio

598 50 94
                                    

—¿Vacaciones?

—En realidad son sólo cinco días: dos del viaje y tres que estaré allá. Por favor, Giancarlo.

—Está bien, pero luego de esos tres días...

—Trabajaré en mi día libre. Me quedaré una hora más o...

—No, niña, no es necesario. Disfruta el viaje. ¿Cuándo dijiste que te irías?

—En dos semanas.

—De acuerdo. Ahora, toma —indicó, antes de pasarme una taza de café —, para la mesa cuatro.

—Nath —llamó Alen mientras se acercaba con un bolígrafo en la oreja.

—Te dije que puedes llamarme amor.

—Bien. Amor —sonrió—, ¿ya le has dicho a tu padre que iré a cenar mañana?

—No... Creo que será una sorpresa.

—¿Una sorpresa? Imagina cómo le caería eso.

—Después de mi revelación de mudarme a París... creo que ya nada puede espantarlo. Pero tienes razón, todos lo saben menos él. En algún momento tendré que decirle.

—Gracias —sonrió.

Apoyé la taza en mi bandeja y me adentré en el salón.

...

Faltaban diez minutos para las ocho y yo era un manojo de nervios.

La casa estaba limpia, la comida en proceso. Lucas había recogido sus libros apilados junto al sillón y yo había limpiado los vidrios de las ventanas.

—¿Ya es la hora? —preguntó mi papá, bajando las escaleras.

—Ya casi —respondí, alegre de notar que se había puesto una camisa como le había pedido.

—Debo decir que me tomó totalmente por sorpresa que traigas a tu novio, nunca habías tenido uno antes —comentó. Sonó más a pregunta que a afirmación.

Rasqué mi cabeza y le evadí la mirada; no era conveniente revelar esa informacion en ese preciso momento.

—No lo atosigarás a preguntas.

—No lo haré. Sólo preguntaré lo necesario para saber si ese chico es bueno para ti. Ni más, ni menos.

—Piensas que sigo siendo una niña de cinco años, pero no lo soy. Por favor, evita los temas incómodos en la mesa.

—¿Como sus intenciones? Claro que quiero averiguarlas —concluyó mientras abrochaba el último botón. Me dejó sola en la entrada y se alejó con paso firme hacia la cocina.

—Oh, por Dios —suspiré, preocupada. ¿Por qué rayos se portaba como si yo fuera una niñita boba?

O, mejor dicho, ¿por qué no me enseñaba a poner límites a un novio y valerme por mí misma en vez de amenazarlo él?

—Parece que papá se ha puesto estricto —apareció Lucas.

—Ni lo digas, estoy tan enojada. Esto puede salir muy bien o muy mal.

La historia de Nathalie [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora