12

691 62 19
                                    

"Los ángeles lloraban, y sus lágrimas concedían deseos. Eran finas perlas vacías de ambiciones. Sus sollozos llegaban a la tierra pero nadie les escuchaba.

Los Ángeles lloraban, ¡oh, cuanto lloraban! Pero nadie les escuchaba."
...

Observar la falsa alegría en las personas era un arte que no dominaba muy bien. En toda mi vida, había pasado por momentos tristes y momentos felices, tenía traumas como deseos, sin embargo, ese mediodía cuando Katie entró por la puerta de mi casa junto a Cameron note el vacío que había en sus ojos. Quizás eran imaginaciones mias que en aquel bosque solo existiera una lluvia torrencial sin ninguna pizca de luz, pero eran tan atrayentes como observar el vacio del abismo. Aquella acotación me hizo detenerme abruptamente antes de entrar a la cocina, y respirar hondo.

¿Todo bien? –la voz de Cameron me hace observarla y sonreír de forma dulce

Si, voy al cuarto de la abuela, la buscaré para almorzar –doy un paso atrás para cambiar mi dirección –pon a calentar la comida – le digo y no espero la respuesta, más no fue necesario, se escucho el "okey" de forma clara en la sala

Era obvio que a mi hermana le pareció atractiva Katie y no la culpo. Ella tenía algo que la hacía atrayente. Quizás eran sus ojos tristes, o sus suaves sonrisas, pero es ilógico que en un solo dia mi percepción de ella aumentara estrepitosamente. Hasta hace poco, nadie me parecía relevante o atractivo, es como si el mundo me quisiera mostrar que no todos los cambios son malos. Que salir de la zona de confort te hace abrirte a nuevos horizontes.

Escuchar la suave balada que sobresalía del cuarto de mi abuela, me hizo sonreír casi de forma inconsciente. Mis nudillos tocaron aquella hermosa puerta blanca de madera fina, y segundos más tardes un melodioso "adelante" se escucho sobre cualquier sonido en aquella habitación. Al principio sólo metí mi cabeza, y observe como mi abuela, sentada en aquella silla observaba el tablero de ajedrez, como si el tiempo no pasara en aquel lugar.

Tratando de crear una jugada maestra –mi voz hizo que sus ojitos me miraran y una tenue sonrisa se posara en ella

Mi pequeña florecilla, ven a darle un beso a tu abuela –su deseo era sin lugar a dudas, algo que yo también quería, por lo que entre rápidamente, casi tropezando con mis propios pies. Mi abuela quien es habladora y dulce, se caracteriza normalmente por ser muy observadora, por lo que sus ojos me analizaban por completo – ¿Qué tal tu día? ¿Algo nuevo que Le quieras contar a esta abuela quien moría de aburrimiento sola y desamparada? –definitivamente era la reina del drama en algunos momentos, aunque nada como mi madre Aliss y sus interpretaciones hacia mi madre Megara

Pensé que perejil te hace compañía –Digo observando aquella pecera, en donde se encontraba un cangrejo

Hoy tampoco quiso contarme su secreto sobre la eternidad. Tan mezquino –Aquello me hace negar con una sonrisa antes de tomar el mango de su silla de ruedas

Vamos a comer, que deje a Cameron con una amiga y puede quemar la cocina –Comienzo a empujarla cuando le veo estirar su brazo derecho y apuntar la puerta

Pero muchacha, a esta velocidad llegaremos con el incendio ya apagado por los bomberos –Y se ríe de su propio comentario haciéndome acelerar el paso

Mandona –Susurro al salir en el pasillo lo cual le hace colocar sus manos en el pecho y medio voltear a mirarme

¿Quién? ¿Tú mama? Como te atreves a arremeter contra ella sin que este –Y como si tuviera sentido hace un sonido de negación

Antes de que pueda contestar Katie sale de la cocina y al observar a mi abuela sonríe de forma educada, haciéndome desviar la mirada sin motivo alguno, lo cual me hace actuar en automático

El beso de JudasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora