Continuacion

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Tic Tac, Tic Tac...

Mis dedos rozaban el cielo que parecía agua cristalina,

Las nubes transitaban como carros en carreteras colisionando entre ellas hasta evaporarse.

En la soledad cuando mi cuerpo guindaba en el gran espejo de la vida,

Mis lágrimas se fundían en aquel mar de almas quienes sucumbieron al amor.

¿Quién era yo para hablar de un tema tan profundo?

No era más que polvo pasajero en vidas ya encendidas.

Y dolía, sí que dolía, cuando mis brazos se abrazaban a sí mismos, buscando el calor que alguna vez añore.

No podía culpar a la sed por buscar el agua, ni a la tormenta por regar la sequia

Mas la mente humano es gobernada por arrepentimientos, cuando el cielo ya no está a un roce, sino a millas de distancia. 

El beso de JudasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora