Extra 2.

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Pov América.

Las calles ya no son tan frías como hace tres años atrás, las hojas ya no me parecen insípidas cuando caen de los árboles, las gotas de lluvia ya no golpean mi rostro haciéndome llorar. Heme caminando el mismo recorrido hacia aquella iglesia a la misma hora todos los días, buscando un refugio para mi ser.
Las noches ya no pesan lo mismo, y la luna, quien siempre era mi fiel compañía, pasó a segundo plano gracias a la madre kathrina.

Ella con su calor maternal me ha enseñado que es sentirse querida por primera vez, ha remendado mi uniforme como también mi corazón. Ha llenado en cierta parte el vacío que alguna vez ocupó mi persona al recordar mi familia disfuncional.

El calor del verano es cálido y no sofocante, y las letras de mis canciones favoritas ya no cobran sentido para mí. Que innovadora puede ser la vida cuando simplemente nos alejamos de aquello que rompe nuestro equilibrio.

Hace un mes atrás tome lo primordial para mi existencia y entre al convento quien me recibió con los brazos abiertos. Kathrina me ha enseñado lo que es ver, porque estaba ciega, sin rumbo ni destino y ella me puso uno. No es sencillo, sacrificar una parte de tu vida, pero no me arrepiento de alejarme de aquello que quizás terminaba matandome.

Las clases son una tras otra, mostrándome un mundo en una religión de la cual no creo, ni me hace sentir absolutamente nada, sin embargo poco a poco he conocido el calor de la Unión en personas que comparten cordialmente.

Todas las noches antes de dormir, hablo con ella, la madre superiora, ella lleva un colegio algo lejos de aquí, lo cual me hace verla sólo a altas horas de la noche, se convirtió en mi refugio, en mi confidente.

¿Que te tiene tan pensativa? —su voz llega desde tras mío haciéndome dar un pequeño brinco y voltear mi mirada de aquella Biblia la cual llevo horas leyendo y que no avanzó

¿A que hora llegaste? —le pregunto cerrando aquel libro y colocando mi atención toda en ella, veo como se ríe suave y niega leve con la cabeza

No has leído ni un capítulo desde que te miro hija —dice de forma suave acercándose a mi, y sentándose a mi lado —llegue hace rato, entre varias veces al cuarto más parecías en tu mundo

Ay madre, es que no se como avanzar. Hay cosas ilógicas que no me dejan proseguir —suspiro de forma fuerte sintiendo como pone su mano de forma dulce en mi brazo, vuelvo a dirigir mi mirada a ella y nuestros ojos conectan

La fe hija no es lógica —me toca la nariz de forma dulce y yo en un arranque de cariño le abrazo

Te extrañe hoy —le digo de forma baja y siento como ella corresponde mi abrazo

Yo también te extrañe pequeña —su melodiosa voz me hace sonreír y separarme de forma lenta

Aquella noche hablamos durante horas de todo y de nada, simplificando mi vida en momentos tan pequeños como esos y tan grandes como su sonrisa. Porque al final a pesar de que sacrifique mi libertad corporal, mi alma se nutria de emociones como la de una familia, teniéndola a ella, la hermana kathrina.

El dia que me volví monja, apenas cumplía dieciocho. Acepte irme con kathrina al colegio en donde ella impartía clases, al principio sólo ayudaba en cosas pequeñas, como la organización de las alumnas, o mantener la iglesia en buen estado.

Dos años  mas tarde ingrese a la universidad, para cambiar de aires, era un lugar alegre, en donde se ve una cantidad de personas disfrutar de sus días con aquellos problemas básicos de una vida ordinaria. Me gradué con honores en biología y ese mismo año de haberme graduado comencé a impartir clases en aquel colegio que ya conocía completamente.

Mi primer día como educadora puedo considerarlo un desastre, aquellos alumnos eran fríos y sus ojos sólo demostraban fastidio hacia mi persona alegre, así que a medida que pasaban los años empecé a cerrar aquella alegría en mi persona, dejándome caer en un vacío, al cual conocía como mi lugar de placeres ocultos.

Entro a los salones con aquel maletín marrón que me regaló kathrina, o como le dicen "madre superiora", sin algún sentimiento en mi rostro, digo aquellas lecciones que ya me se de memoria y al salir sea al recreo o al finalizar las clases me pierdo en aquellas cuatro paredes a la cual llamó hogar.

La lectura siempre es interesante, o se volvió así en el momento en el que era mi única compañía. En las noches el frío cala mi espalda al acostarme en el mismo lugar de siempre a observar aquella magnitud oscura que tenemos como cielo y a mitad de aquello siempre llega a la que consideró como mi madre.

Buenas noches hija —me dice su melodiosa y profunda voz

Hola —le saludo sentándome para poder mirarla sin forzar mi postura

Hoy nos llamó un orfanato, para ir a hacer algunas actividades —y aquello ya es costumbre, cuando no estoy en mi mundo, estoy en este, tratando de llenar aquel vacío cada vez más grande, con algo que me haga sentir un simple sentimiento

La mañana llegó en un parpadeo y con ello las clases. En la tarde, a eso de las tres partimos un grupo de monjas. Siempre me he preguntado cómo un lugar de tantos sentimientos tristes puede ser tan vivo, tan colorido como aquellas paredes.

La actividad en cuestión terminó siendo un compartir con aquellos pequeños, me encontraba en silencio comiendo un pedazo de torta cuando una mujer de unos treinta y pico entró al salón, su cabello rojo como el fuego hacia contraste con sus ojos verdes, en sus manos traía una caja algo grande que se notaba le costaba cargar, sin embargo se paró y dio la vuelta como esperando a otra persona, en ese momento preciso entró una rubia alta, que al llegar a su altura le retiró el paquete para luego sonreirle de forma casi perfecta.

No se porque mi atención estaba en ellas, sin embargo no era la única quien las veía porque los niños se empezaron a acercar al verlas, más de uno emocionado por ellas sin yo poder entender porque.

Aquella rubia deja la caja en una de las mesas del fondo y se voltea hacia la pelirroja dándole un dulce beso en la mejilla, aquello sin algún motivo remueve una leve curiosidad en mi, que prefiero evitar

Buenas tarde —dice aquella extraña al acercarse a nosotras —mi nombre es Megara y ella es alissia

Buenas tardes —saluda kathrina con aquella típica seriedad que le caracteriza sin embargo sonríe de forma leve

Al final aquellas mujeres tan misteriosas nos dijeron que por motivos de mudanza no podian quedarse sin embargo en la caja había regalos para aquellos pequeños. La madre superiora mantuvo una charla con la rubia por mucho más tiempo mientras la pelirroja reía con los pequeños, no se en que terminaría aquella charla sin embargo la rubia se veía contenta.

Al regresar me encerré en las mismas paredes de siempre, haciendo aquella monotonía tan vaga, sin embargo esa noche kathrina vino antes a hablar conmigo, me contó lo que hablo con aquella mujer y vaya fue mi impresión cuando me dijo que a pesar de que el año ya iba por la mitad, había pactado para que dos de sus hijas empezarán la próxima semana.

No se que le habrá dicho, sin embargo ahora mismo me encuentro curiosa de poder conocer a aquella familia.

El beso de JudasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora