Pensamientos

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Sumido en sus pensamientos, Light detuvo su vista en L, que estaba totalmente concentrado en su ordenador mientras trabajaba. La luz blanquecina de la pantalla lo hacía verse aún más pálido que de costumbre, resaltando sus oscuras ojeras y su aspecto fatigado. A cualquiera le costaría creer que ese hombre, ahora sentado de forma extravagante a la par que infantil, era el detective más célebre y brillante del mundo entero.

Aún a pesar de permanecer esposados las 24 horas del día, la relación entre Light y L apenas había cambiado. Ambos compartían cada uno de los pasos de su rutina diaria: trabajaban juntos, comían juntos e incluso pasaban las noches en la misma cama. Dadas las circunstancias, lo más lógico sería pensar que se habría desarrollado algún tipo de vínculo afectivo entre ellos. Sin embargo, contra todo pronóstico, L seguía creyendo firmemente que Light Yagami era Kira, un peligroso asesino en serie con complejo de Dios. A pesar de los intentos repetidos de Light por disuadir al detective, este seguía convencido de sus sospechas.

Espera...

¿Y si realmente Light era Kira? ¿Y si él era el asesino desde el principio, sin ser consciente de los asesinatos que había cometido? Después de todo, había algo en la manera de proceder de Kira que a Light le resultaba extremadamente familiar. Light chasqueó la lengua. ¡Qué tontería! Alguien como él no podía ser Kira. Al fin y al cabo, el joven siempre se había considerado una buena persona, justo y con valores. Sin embargo, cuanto más pensaba en ello, más dudas le entraban; y a la vez, más crecían sus ganas de atrapar al dichoso Kira.

Estoy hecho un lío.

Fue el detective, que ahora tenía los ojos fijos en un generoso trozo de tarta de nata y fresa, el que interrumpió los pensamientos de Light.

"Light-kun..." 

"Hm?"

"Has estado mirándome fijamente durante un buen rato... ¿Es porque yo soy el único que está disfrutando de esta tarta tan sabrosa?"

Light negó con la cabeza y dejó escapar una sonrisa burlona.

"Algún día todos esos dulces te pasarán factura, Ryuzaki."

"Toma, puedes comer un poco si quieres." ofreció el detective, sin hacer caso de sus advertencias.

De un salto, L se incorporó para acercar la tarta a su compañero. Light siempre se sorprendía de lo ágil que era, aún sin parecerlo en absoluto. Con aire distraído, el detective metió sus manos en los bolsillos, como esperando que Light probase la tarta.

"Gracias, Ryuzaki, pero no tengo hambre."

A pesar la negativa de Light, este no retiró la tarta. Tampoco volvió a su sitio inmediatamente. En lugar de eso, se llevó el pulgar a la boca, escudriñando a joven castaño con sus ojos de lunático. Como si aquello fuera un concurso de miradas, Light intentó con todas sus fuerzas no apartar la vista de los ojos del detective.


¿En qué estás pensando, L?

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