Su mente permaneció en blanco durante unas horas después de aquello. Era como si hubiese perdido la consciencia, pero no del todo, casi como si estuviese teniendo una desagradable pesadilla aun estando despierto. Su cuerpo estaba completamente paralizado y no respondía, por lo que no podía moverse por sí mismo. La voz de L seguía sosteniéndolo desde la distancia; era lo único que lo iluminaba en aquella profunda oscuridad, así que decidió agarrarse a ella con todas sus fuerzas.
"Light, ven conmigo. Voy a llevarte a mi cuarto. Todo va a estar bien."
"Supongo que tendrás frío, ¿verdad? Tengo que secarte. No puedo meterte a la cama así."
"¿Sabes? Cuando era pequeño, me encantaba la lluvia. Watari solía enfadarse mucho conmigo cuando regresaba a casa completamente empapado. ¿Te gusta la lluvia, Light?"
Cuando despertó, le tomó largos minutos regresar a la realidad. No tenía ni idea de qué hora era, ni si era de día o de noche. Lo primero que percibió fueron los brazos de Ryuzaki alrededor de su cuerpo. Al parecer, los dos habían caído rendidos en la cama, abrazados el uno al otro y completamente desnudos. Light tenía la cabeza escondida en el pecho de L, que dormía profundamente; al menos, eso parecía indicar el ritmo calmado de su respiración. Con cuidado de no hacer ruido, el castaño acercó su oreja al pecho del detective; sentía la necesidad imperiosa de escuchar su corazón latiendo para comprobar que seguía vivo.
"Light...", murmuró Ryuzaki, adormilado. "¿Estás despierto?"
Light no contestó. Estaba demasiado ocupado disfrutando de aquel sonido palpitante; el latido que no quería dejar de escuchar nunca, por nada del mundo. ¿Significaba eso que se había dado por vencido? Si no mataba a Ryuzaki, su plan fracasaría estrepitosamente. ¿Qué otra alternativa tenía? ¿Confesarle la verdad a L? Todo el mundo sabía que el detective era una persona con un fuerte sentido de la justicia; sin embargo, si Light lograba convencerlo de que los asesinatos que estaba llevando a cabo eran necesarios para lograr erradicar el mal de raíz, quizás este acabaría por entender sus motivos. Ambos podrían compartir la misma ambición, incluso los mismos poderes de Kira, y trabajar juntos de cara a transformar el mundo en un lugar mejor para todos. Al principio, el plan le pareció una completa locura; no tenía ningún sentido que L aceptara cooperar con el que creía un peligroso criminal. No obstante, a medida que iba dándole vueltas, la idea comenzó a tomar forma y a parecerle cada vez menos descabellada.
"Light, vamos, sé que estás despierto. ¿Cómo estás?"
La voz de Ryuzaki lo sacó de su ensimismamiento. Sin responder inmediatamente, comenzó a dejar sutiles besos sobre el pecho del detective, que emitió un gustoso sonido de placer.
"No quería despertarte, Ryuzaki..."
"Eso da igual. De hecho, creo que he dormido demasiado."
"¿Tú? ¿Durmiendo demasiado? ¿Desde cuándo?", preguntó, con cierta sorna. "Creo que la lluvia te ha afectado más de la cuenta, Ryuzaki."
"Puede ser...", respondió L, mientras acariciaba suavemente el pelo del castaño. "¿Cómo estás?"
Light tragó saliva y tomó una profunda inhalación antes de contestar. En cierta manera, se sentía culpable por haberlo preocupado de aquella manera.
"Lo siento, Ryuzaki.", susurró.
"No tienes nada que sentir."
"Te equivocas. No tenías que haberme visto así.", replicó, avergonzado. "Lo último que quería era preocuparte."
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Espiral
RomanceLight ha perdido todos los recuerdos relacionados con el cuaderno de muerte. Junto al célebre detective L, se esfuerza para conseguir resolver el caso Kira. Debido a las sospechas que recaen sobre Light, él y L pasan la mayor parte del tiempo juntos...