Juego

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Light intentó forcejear con Ryuzaki durante unos segundos, pero este último llevaba claramente las de ganar. El detective lo había pillado por sorpresa, por lo que no tuvo tiempo siquiera de procesar lo que estaba sucediendo.

"¿Qué demonios estás haciendo, Ryuzaki?", soltó de forma brusca, elevando la voz.

Sin esperar respuesta, Light se revolvió con todas sus fuerzas para intentar librarse de las manos de L, que, haciendo gala de su agilidad y flexibilidad tan características, ya se las había arreglado para sentársele encima. El detective usaba convenientemente el peso de su propio cuerpo para mantener a Light retenido; mientras sus rodillas presionaban los costados del joven castaño con firmeza, sus manos se encargaban de empujar los hombros con energía hacia el colchón, de manera que a Light le resultaba imposible zafarse.

"¿A ti qué te parece? Estoy intentando que te relajes.", respondió Ryuzaki, en tono divertido, "Vamos Light-kun, te gustará. Te prometo que se me dan bien los masajes."

Desafortunadamente, Light no estaba para bromas. Después de comprobar que no había manera humana de liberarse, decidió desistir y permaneció inmóvil durante unos segundos antes de hablar.

"Ryuzaki", comenzó, con la respiración ligeramente agitada, "En cuanto pueda soltarme, te mataré. Al menos entonces tus ridículas sospechas de que yo soy Kira tendrán algún fundamento. ¿Qué te parece?"

"Lo que me parece es que Light-kun está muy alterado... ¿Será porque le cuesta estar a merced de alguien superior a él? Es algo muy propio de Kira." El detective seguía empleando ese tono irónico que tanto irritaba a Light.

"¡Deja de decir estupideces de una vez! No soy Kira. Suéltame ya, Ryuzaki", ordenó Light, esta vez de forma tajante.

Lejos de atender sus demandas, L presionó a Light hacia el colchón con más fuerza todavía. Tomándose todo el tiempo del mundo, se fue recostando encima de la espalda del joven castaño, de manera que le era aún más sencillo mantenerlo atrapado bajo su peso.

"Light-kun", le susurró el detective al oído, "tú eres Kira."

"Repítelo, y..." advirtió Light, intentando ignorar con todas sus fuerzas el escalofrío que ahora recorría su espalda.

"Ki-ra."


Hijo de...


Eso fue todo lo que necesitó escuchar para cambiar las tornas. De un fuerte codazo, golpeó el costado de Ryuzaki, que, ligeramente aturdido, se dejó caer a un lado mirando al techo. Light aprovechó esa ventaja momentánea para colocarse encima y apoyar todo su peso en el cuerpo del detective, colocando sus brazos a los lados de la cabeza de este.

"Vaya, Ryuzaki. Si es verdad lo que dices y realmente soy Kira, creo que estás en serios problemas."

Con la respiración acelerada, Light clavó su mirada en los ojos entrecerrados de L. Ahora era el detective el que estaba completamente indefenso y el que tenía que escuchar sus comentarios sarcásticos sin poder hacer nada al respecto. Sin duda, esto le provocaba una satisfacción difícil de describir con palabras. ¿Era satisfacción? ¿Euforia? ¡Qué importaba! El bocazas de L había perdido en su propio juego.

"Te gusta verme así, ¿verdad, Light-kun?" preguntó L, aún un poco desconcertado por el golpe.

Light no contestó con palabras; simplemente se limitó a dirigirle una amplia sonrisa de triunfo a Ryuzaki. Has perdido, L. Sin embargo, el detective le devolvía ahora una mirada impasible, como si cada detalle de lo ocurrido estuviera bajo sus planes desde un principio.

"No, no me refiero a eso, Light-kun. Te gusta verme así.", repitió.

Sin esperar a que Light entendiese lo que acababa de decir, L coló la mano entre sus cuerpos, dirigiéndola rápidamente a la entrepierna del joven y presionando ligeramente por encima del pantalón.

"Te gusta. Mírate."

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