Preludio

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Los días posteriores a la reunión fueron verdaderamente intensos para todo el equipo. Finalmente, Aiber y Misa habían logrado llevar a cabo la infiltración en la Yotsuba con éxito; además, en un acto temerario a la par que ingenioso, la chica había conseguido identificar a Kira como Kyosuke Higuchi. Con Higuchi como principal sospechoso, la necesidad de trazar una estrategia para arrestarlo y, sobre todo, averiguar la manera a través de la cual el hombre estaba cometiendo los asesinatos, se hacía más urgente que nunca.

Con todo eso encima, Light no había tenido demasiado tiempo para descansar en condiciones; tampoco para hablar de lo que había sucedido días antes con Ryuzaki, que seguía mostrando una actitud distante hacia él. El joven detective pasaba las noches delante de su ordenador, concentrado en el caso Kira y en muchos otros que llevaba de manera simultánea. Rara vez entablaba conversación con Light y, si lo hacía, siempre giraba en torno a la investigación o a otros temas más bien irrelevantes.

El día antes de usar la Sakura TV para desenmascarar a Higuchi, Light percibió que L estaba más serio y ausente de lo habitual. Descifrar su estado de ánimo no era una tarea precisamente sencilla; sin embargo, si había alguien que podía hacerlo, ese era Light Yagami.

Aquella noche comenzó igual que las anteriores: con ambos de vuelta en el cuarto, en el más absoluto de los silencios. L estaba posicionado delante de su portátil, con toda su atención volcada en la compleja operación que tenían por delante. Por su parte, Light había decidido entrar directamente al cuarto de baño para darse una ducha relajante.

Por fin a solas y lejos del bullicio del trabajo, el castaño se tomó su tiempo para disfrutar bajo el chorro de agua caliente. Sin duda, ese era su momento preferido para despejar la mente y liberar la tensión que se iba acumulando en el cuerpo a lo largo de la jornada. Aquella noche, sin embargo, controlar su incesante flujo de pensamientos le estaba resultando todo un desafío.

Cuando por fin terminó de asearse, anudó una toalla alrededor de su cintura y salió a la habitación a buscar ropa cómoda para dormir. El cuarto lo recibió con el sutil aroma del café recién hecho.

"¿Café? ¿A estas horas?", preguntó, mientras sacaba su ropa interior del armario. "¿No deberías probar a descansar por una vez, Ryuzaki? Mañana será un día importante."

A pesar del evidente intento de Light por iniciar conversación, el detective ni siquiera levantó la vista de la pantalla. Estaba completamente enfrascado en su trabajo y no parecía tener interés alguno en continuar con la charla.

"Ya te lo he dicho, Light-kun.", contestó, de manera cortante. "Sin café, perdería al menos el 40% de mis capacidades deductivas. Las necesito, hoy más que nunca."

"Ya veo..."

Resignado, Light abandonó su intención de interactuar con Ryuzaki, que tecleaba ensimismado de espaldas a él. En silencio, deshizo el nudo de su toalla y la arrojó a la mesita de noche.

Fue entonces cuando se le ocurrió una idea perversa.

"¿Qué estás haciendo, Ryuzaki?"

"Estoy revisando el plan de mañana.", contestó el detective, sin desviar sus enormes ojos de la pantalla.

"¿Puedo ayudarte?"

"No, no hace falta. Será más útil que descanses, Light."

"Vamos, Ryuzaki. Al menos, déjame echarle un vistazo."

Para su fortuna, L se quedó sin un buen argumento con el que rebatir la propuesta y, encogiéndose de hombros, se apartó ligeramente del dispositivo para dejarle espacio.

Aquella era una oportunidad de oro que Light Yagami no pensaba desaprovechar.

Con el corazón latiéndole fuerte contra el pecho, el castaño se acercó sigilosamente a Ryuzaki, que parecía no haberse percatado aún de su desnudez. Decidido, avanzó un par de pasos más para colocarse justo a su lado, apoyando casualmente los codos en la mesa mientras fingía profundo interés en el PDF que el detective había estado estudiando con anterioridad.

"Light... Qué..."

Ryuzaki tardó unos segundos en procesar lo que estaba pasando. Cuando por fin lo consiguió, se incorporó tan bruscamente que perdió el equilibrio y chocó contra la mesa, propinándose un fuerte y sonoro golpe en la rodilla.

Al ver aquello, Light sonrió para sus adentros. Sabía bien que L no era una persona torpe, más bien todo lo contrario; sus movimientos acostumbraban a ser casi felinos, extremadamente ágiles y cautelosos. Obviamente, tenía al detective desconcertado, nervioso; justo donde él quería.

"¡Ryuzaki!", exclamó el castaño, girándose por completo hacia él. "¿Estás bien?"

"Sí... Sí, es solo que...", balbuceó este, incapaz de levantar su ávidos ojos del cuerpo desnudo del joven.

"¿Te duele? Déjame ver..."

Fingiendo preocupación por el golpe, Light llevó sus manos al pantalón de Ryuzaki para bajarlo sin apenas esfuerzo, gracias a que este acostumbraba a vestir ropa demasiado holgada para su constitución. No pudo evitar esbozar una amplia sonrisa de triunfo al descubrir que su plan había funcionado a la perfección: L estaba completamente duro y excitado.

"Vaya...", soltó, con cierta sorna. "Parece que la rodilla es el menor de tus problemas, Ryuzaki..."

Por alguna razón, las palabras de Light tuvieron un efecto negativo en el detective, que, avergonzado e incómodo, se apresuró a apartarse de él mientras trataba de esconder su prominente erección con los brazos. Su lenguaje corporal denotaba un miedo abrumador: estaba paralizado, rígido, y sus ojos, más despiertos que nunca, devolvían una mirada casi suplicante.

"Basta, Light..."

En cuestión de pocos segundos, Light pasó de experimentar el más placentero gozo a sentirse una persona deplorable. No podía negar la evidente atracción sexual que sentía por Ryuzaki, pero jamás se le habría pasado por la cabeza forzarlo en contra de su voluntad.

"Ryuzaki...", comenzó, con la vista clavada en el suelo. "No quería... Pensé que tú también deseabas..."

"Tengo miedo, Light."

La súbita honestidad de L lo hizo enmudecer. Aquella era la primera vez que lo escuchaba reconocer su vulnerabilidad de forma tan abierta y sincera. En silencio, Light volvió su mirada hacia el detective, que, en un ya conocido gesto de inquietud, se mordía el pulgar con fuerza.

"Tengo miedo de lo débil que me siento cuando estoy contigo, Light-kun. Reconozco que es una sensación muy desagradable."

"Ryuzaki..."

"Supongo que te cuesta entenderme.", prosiguió, con la mirada perdida. "Al fin y al cabo, este tipo de relaciones son normales para ti. Está Amane, por ejemplo."

"Nada de lo que he tenido con Misa se parece a esto.", replicó el joven, apresurándose a contradecirlo.

"Eso es secundario. Light. Sabes que yo no estoy acostumbrado a tener vínculos... de este tipo."

"¿Qué quieres decir?"

El detective no contestó inmediatamente; en lugar de eso, guardó silencio y se tomó su tiempo para meditar bien su respuesta. Light sabía que hablar en esos términos era extremadamente complejo para él, así que evitó presionarlo.

"Hablo de vínculos afectivos.", reconoció por fin, dejando escapar una profunda exhalación. "Además, sigo pensando que tú podrías ser Kira, lo cual no hace más que empeorar la sit- "

"¡¡¡Mírame!!!"

En un repentino impulso de rabia, Light sujetó firmemente el rostro de L entre sus manos para así forzar el contacto visual entre ellos.

"¡¿Acaso te parecen estos los ojos de un asesino?!"

Ambos se observaron en silencio durante unos instantes, sus rostros ahora separados por escasos centímetros. Desde tan poca distancia, Light podía sentir en su mejilla la agitada respiración de Ryuzaki, que lo miraba perplejo, incapaz de reaccionar.

"Ryuzaki... Necesito que... Necesito que me creas...", suplicó, en un hilo de voz.

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