Capítulo 2

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-Y terminamos. -habló la chica cuando pasó por encima del tatuaje un paño seco causándole cierta molestia a Mikey-. Dejaré un papel film alrededor de tu cuello, ¿Bien? Es necesario que cuando llegues a casa lo laves con agua y le eches una leve capa de crema. Lo más mínimo que puedas. -dijo-. Sino, lo sobrehidratas y el tatuaje se puede quebrar y se vería feo. -le indicó y sacó un papel-. Ahí están todos los pasos a seguir durante días. Incluso hay una recomendación de cremas y alguna pastilla en caso de que la zona se te hinche. Es normal que esté rojo, pero si ya son días así, anda a ver un médico.

-Entiendo, muchas gracias.

Ella sonrió-. No es nada. Me encanta como se te ve, es como si fuese ideal para ti. -se puso de pie y lo miró desde su altura, pues Mikey todavía seguía sentado-. ¿Me acompañas a mi oficina?

-Claro.

Sano siguió a la pequeña chica por el pasillo hasta que llegaron a la parte en donde conversaron un poco acerca del diseño. Ella calculó el precio del tatuaje y se lo pasó a Mikey, quien enseguida le pasó el dinero. Pero no se iba, no quería irse, ya que le había agradado estar aquí. Había sentido una calidez que hace muchos años no sentía y odiaba tener que querer necesitar eso también.

-¿Trabajas sola?

-Nop. Hay otro tatuador conmigo y un chico especializado en perforaciones.

Todos son chicos.

-Y... ¿No hay chicas?

Ella lo miró coqueta-. Este no es el lugar para eso, Manjiro.

Él negó divertido-. No estoy buscando eso, me refiero si hay chicas que trabajan junto a ti.

-Mm -se apoyó en el respaldo de su silla y negó-, hubo una chica que quiso trabajar conmigo, pero no fue capaz de soportar el ambiente y terminó renunciando. -hizo una mueca-. Muchas juzgan, pero no solo las mujeres, sino que también hay hombres. No obstante con mis dos chicos estoy feliz. -sonrió con grandeza y nuevamente aparecieron esos hoyuelos que a Mikey le gustaron.

-Que linda.

Las mejillas de la chica se pusieron rojas y Sano quería morirse en ese momento por haber pensando en voz alta.

-Jeje, eres alguien muy amable como para ser líder de Tōman. En verdad esa pandilla encabeza a todas. -sonrió.

-No te gustaría saber lo que hacemos. -bajó la mirada.

-Créeme que lo sé. Los chismes en este barrio corren antes de que las noticias sean capaces de esparcirlo. Pero te diré una cosa, acércate.

Manjiro se acercó cuál niño pequeño y la chica se inclinó un poco para que el jefe de Tōman pudiera escuchar con suma atención todo lo que saldría por esa dulce boca.

-Me gustan los chicos malos.

Sano tragó saliva.

-Sin embargo, no soy nadie para juzgar y aunque se nota que es este el camino que has decidido, no te ves una mala persona. -sonrió con amabilidad.

La puerta se abrió, dejando ver a un cliente habitual en la tienda de tatuajes de la chica. Ella sonrió nuevamente.

-Viene un nuevo cliente. -se puso de pie-. Espérame en la sala, yo iré enseguida. -dijo refiriéndose al recién llegado. Luego miró a Mikey, quien se había puesto de pie-. Te acompañaré a la salida.

Ambos salieron hacia el callejón en donde se ubicaba la tienda de tatuajes. Estaba algo fresco porque anoche había llovido bastante. Los ojos de la fémina se posaron en aquella moto y silbó.

-Bonita CB250T.

Manjiro sonrió-. ¿Te gusta?

-Claro, es una clásica. Mi hermano mayor tenía una, pero lamentablemente él falleció en una pelea hace unos quince años. Todo para protegerme. -solté una risa nasal.

Eso provocó en Sano una punzada en el pecho y miró los ojos melancólicos de la fémina. ¿Eres como yo? No, definitivamente no somos iguales. Su mano, instintivamente, viajó hacia la otra mano de la chica y la sostuvo con un poco de fuerzas. Ella miró sus manos entrelazadas y sintió una calidez agradable.

-Lo siento, sé lo difícil que es perder a alguien importante.

-¿Hablas de tu amigo?

-No -jugó con los dedos de la chica y suspiró-, yo también tuve un hermano mayor que también falleció.

Parpadeó-. Lo siento. -lo miró a los ojos-. Al parecer tenemos algunas cosas en común.

-No lo creo. Tú no te hundiste en la mierda.

Ella no dijo nada porque era verdad. Estaba rodeada de la mierda, pero jamás se involucró en esos asuntos como su hermano lo hizo en sus tiempos. Mikey soltó su mano y se subió a la moto encendiendo el motor.

-Gracias por el tatuaje, en verdad eres buena haciendo lo que haces, chica. -sonrió.

-Me llamo Sayuri. -se presentó.

-Un gusto, Sayuri. -dijo el rubio con una leve sonrisa-. Espero volver a verte.

-El sentimiento es mutuo, Manjiro.

Sin embargo, esa fue la primera y última vez que ambos se vieron.

la tatuadora de bonten [completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora