Sayuri estaba terminando de guardar sus cosas en el maletín para ya cerrar el local de tatuajes por la hora de colación. Sus frecuentes clientes estuvieron felices de por fin volver a tener a aquella chica risueña y llena de consejos que hacían reflexionar a más de una persona. Guardó su celular en su pequeño bolso negro y cerró con llave la tienda para luego caminar a algún puesto de comida cercano, no obstante, sus planes se vieron interrumpidos cuando frente a ella se detuvo Mochizuki y Takeomi.
—¿Ya terminaste tu jornada?
—Sí, recién. —suspiró, posando sus manos en la cintura—. ¿Y ustedes qué están haciendo aquí? —alzó una de sus cejas que decoraba un piercing reciente.
—Vinimos a buscarte.
—Vaya, que considerados. Eso sí, tienen hasta las cuatro un cuarto para llevarme donde quieran, luego me regresan a mi tiendita, por favor.
—Claro. —Takeomi sacó su billetera y buscó la tarjeta de crédito que no tardó en pasarle a Sayuri. Ella lo miró con un leve parpadeo, clara expresión de que estaba confundida, pero aun así, la aceptó—. Para que compres lo que gustes.
—Lo tomo solamente porque quiero verla, pero no puedo aceptar algo así. —la inspeccionó y se la devolvió al dueño.
—Sé que no te gusta comprar ropa, pero no tienes la suficiente para el tiempo que sea que te quedarás con nosotros. —dijo Akashi—. Además, fueron órdenes de Mikey.
—Bueno, si ustedes lo dicen, supongo que no puedo negarme ante esto. —dijo, escondiendo la mitad de su rostro en la bufanda de Kakucho. Sí, al final se la terminó quedando.
Entraron a una tienda de ropa exclusiva. Sayuri casi se desmayó al ver la cantidad de ceros que tenía solo una camiseta blanca básica.
—¿Podemos ir a otro lado? —los miró con el ceño fruncido—. Prefiero comprar ropa a pequeños emprendimientos.
Los hombres no negaron la petición de la chica, así que la siguieron. Siempre fue así, ya que cuando compraba ropa o cualquier cosita, Sayuri prefería emprendimientos pequeños para ayudar con su crecimiento y bajar un poco más los niveles de explotación. Pues ella sabía más que nadie lo difícil que era ganar audiencia en este mundo cuando hay competencias más grandes y mejores.
—Sayuri.
—¿Uh?
—Nos has hablado de tus hermanos, ex novio, amigos, etcétera, pero nunca mencionas a tus padres.
—Si los he mencionado. —corrigió mirando levemente a Takeomi antes de seguir buscando alguna otra prenda que sabía que le iba a hacer falta.
—Pero nunca nos has contado más profundamente de ellos.
—Bueno, mi relación con ellos es normal. —dijo tranquila—. Aunque desde que entré a un burdel para ganar dinero, ellos se distanciaron un poco de mí. Han sido buenos padres siempre, nunca me han dicho cosas malas, pero sé que tienen vergüenza por haber sido una prostituta. —dejó un pantalón en su antebrazo y siguió buscando—. No obstante, hasta el día de hoy igual hablamos por llamadas o nos mandamos mensajes para saber cómo estamos. Ellos no se encuentran en Japón en estos momentos, están de vacaciones en Filipinas.
—¿Tienen alguna profesión? —le cuestionó Mochizuki.
—Mamá es traductora e interpetradora de idiomas, pero también escribe y tiene varios libros sin publicar. Y papá es psicólogo con un doctorado en psicología forense. —respondió con calma. No le molestaba que le hicieran tantas preguntas.
—Creo que ahora entendemos porqué tienes el don de la palabra, Sayuri. —dijo Mochizuki con su típico tono de voz duro y esa mirada fría y seria que daba miedo a cualquiera.
—Puede ser. —sonrió—. Aunque me sale natural. La psicología igual me interesa, leo mucho respecto a eso, pero lo mío siempre fue este sueño, querer tatuar a gente y que reconocieran mi arte. Y lo logré.
—Eso es bueno. —dijo Mochi—. Lo mejor que puedes hacer para ganar en esta vida es hacer lo que más te gusta, sino, ¿Qué sentido tiene?
—Tienes razón. Yo igual tengo título profesional como diseñadora gráfica, pero nunca estuve trabajando en eso al cien por ciento. Me la paso siempre en la tienda de tatuajes suponiendo que eso es solo como un pasatiempo. —se acercó a la caja y saludó a la señora que se veía bastante intimidada por la presencia de Akashi y Kanji. De hecho, estaba apunto de llamar a la policía solo porque pensó que estaban secuestrando a Sayuri, quien se ve igual más joven que ellos por su estatura.
—¿Algún día piensas dejar la tienda?
—Mm, todo lo que inicia algún día tiene un final. —le respondió a Takeomi, dejándole espacio para que pudiera poner la clave de su tarjeta de crédito—. Pero mientras siga viva y haciendo lo que me guste, esa idea de dejar la tienda está muy lejana a suceder.
Salieron de la tienda, unas pequeñas gotas de agua se hicieron presentes.
—Gracias, chicos.
—No hay de qué.
Sayuri sonrió con grandeza y se colgó de un brazo de cada chico. Los juntó un poco más en una especie de abrazo. Sus mejillas estaban rojas gracias al frío y la emoción que estaba sintiendo. Se sentía cómoda y protegida con esos grandes chicos que nadie podía reconocer por estar completamente tapados y sin dejar a la vista el tatuaje de Bonten.
—Ustedes son geniales, pero a veces dan miedo. —fingió un escalofrío y siguieron caminando hacia el local de Sayuri—. Saben, tengo tanto sueño.
—¿Por qué no cierras y vienes con nosotros?
—No, tengo que terminar de atender a tres chicos hoy. —dijo mirando de reojo a Takeomi—. Un día de estos podemos ir al cementerio.
Eso hizo al chico sentir su pecho apretarse al ver los ojos claros de Sayuri que se veían más vacíos que nunca. Claro, ella también había perdido a un hermano. Como un gesto de afirmación y cariño, Takeomi le dio leves palmadas en la cabeza a Sayuri.
—Claro, tú me dices que día y voy corriendo a buscarte.
—Y tú, Mochi. —lo miró sonriendo y con un leve tono de voz infantil—. ¿Cuándo iremos al museo que me prometiste la otra vez? Necesito unos consejos y sentir que tengo a mi padre a mi lado.
Esa era la impresión que le había dado Mochizuki a Sayuri.
—En unos de estos días. Todo depende.
Sayuri asintió y se detuvo cuando estuvo frente a su local. Ya habían varios chicos ahí reunidos, fumando, escuchando música o solo compartiendo. Saludaron a Sayuri con una leve sonrisa, y ella les devolvió el saludo con la misma alegría. Todos habían extrañado a la princesa del bajo mundo, y ella también había extrañado a sus clientes.
—Gracias por esta escapadita.
—No es nada. Aquí estamos siempre y cuando lo necesites. Llevaremos tus cosas a casa. —susurró Takeomi, bajándose la mascarilla para encender un cigarro—. Nos vemos, princesa.
Ella alzó su mano y se despidió de ellos para luego abrir nuevamente su lugar favorito en todo el mundo. Su estómago comenzó a rugir y una gran carcajada escapó de sus labios. Se le había olvidado almorzar, y ahora tendría que comer algunas cosas que ella misma daba gratis al resto, pero poco le importaba, porque había pasado tiempo con el chico que le recordaba a su hermano y el que le daba aires a su preciado y querido papá.
Y eso lo agradecía con todo el alma.
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.Alguna falta ortográfica o incoherencia se corregirá después.
Próximo capítulo, Mikey y final.
Quiero preguntar, ¿Quieren final alternativo? Ese final que todos conocemos del manga... ): Recuerden que al ser final alternativo no tiene relación con la historia original.
Eso, se me cuidan. Besitos♡
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la tatuadora de bonten [completa]
FanfictionHistoria corta. Los personajes le pertenecen a Wakui Ken a excepción de la rayis llamada Sayuri.