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Presionó de nuevo el botón de llamada. Ruri observaba el rostro lleno de preocupación de su hermana al no poder contactar con su pareja. Llevaba varias horas intentándolo y no había respuesta.

Era costumbre que cada vez que tenía un viaje llamará, o enviará un mensaje para avisar de que había llegado bien. Sin embargo, no había hecho nada de eso. Kohaku le había enviado innumerables mensajes, y lo había llamado en repetidas ocasiones.

—Seguro que está cansado, o simplemente se le ha olvidado. —intentó reconfortarla.

—Senku no es así, ¿le habrá pasado algo?

—Chome me ha dicho que ha discutido con Gen. Puede ser eso — se encontró con el castaño volviendo de la biblioteca y al verlo tan agobiado preguntó. Kohaku no pareció muy convencida. Ante la inseguridad de su hermana menor Ruri la abrazó —. Duerme. Mañana tendrás mensajes suyos no más despertar.

La tumbó y arropó. Permaneció a su lado hasta que se quedó dormida. Antes de irse le dio un suave beso en la frente.

Cerró con cuidado la puerta temiendo despertarla.

Su padre no podía enterarse del estado de Kohaku. Iría a buscar a Senku él mismo para darle una lección.

No estaba tranquila; no con su hermana así. Tenía que ayudarla.

Miró la hora en su reloj, no era muy tarde. Observó su reflejo en el espejo y peinó con los dedos los pelos rebeldes que sobresalían.

Bajó hasta el primer piso por las escaleras.

—¿Y si está dormido? —su mano se detuvo justo antes de presionar el botón. No quería ser una molestia para el chico. También podría estar estudiando, y no quería interrumpirle. Estuvo varios minutos sin saber que hacer; y en múltiples ocasiones cruzó por su mente la idea de irse.

—¡Voy! — se escuchó desde el otro lado de la puerta. La chica se sorprendió al ver que su dedo había pulsado el timbre.

Los nervios la invadieron haciendo a su corazón latir con fuerza. Miró a todos lados sin saber qué hacer. La puerta se abrió y Ruri se irguió. Las mejillas y orejas del chico se tiñeron de rojo. Inquieto echó un vistazo al interior de su casa.

—Chrome, siento haber venido tan tarde.

—N-no pasa nada —tartamudeo. Cerró la puerta a su espalda intentando ocultar el desastre que tenía en el salón. La rubia se percató.

—Quería saber si has podido contactar con Senku hoy. No responde las llamadas de Kohaku, y está preocupada.

—Eso...Tampoco responde mis llamadas— rascó su nuca —. No sé qué ha ocurrido, pero me siento decepcionado. Sé que ellos son amigos desde hace más tiempo, pero... Me siento mal —su mirada descendió en un gesto de tristeza.

—Te entiendo —comprendía el sentimiento de Chrome. Se sentía apartado, como si no perteneciera al grupo.

Un silencio incómodo invadió el ambiente. Ninguno sabía qué decir. El castaño apretaba sus puños y  mordía sus labios; quería decir algo, pero no conseguía sacar el valor necesario.

—Ruri...—la rubia asintió —¿Mañana estás libre? 

Queridos vecinos [DR.STONE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora