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—Aquí es.

El teatro donde se llevaría a cabo el espectáculo estaba repleto de carteles anunciándolo. Taiju intentó conseguir entradas, pero ya era demasiado tarde y estaban agotadas.

Tenían que apañárselas para lograr su objetivo.

—¿Qué hacemos ahora? —Taiju observó a su esposa, quien acariciaba su abultada barriga despreocupadamente.

—Entrar. — Rebuscó en su bolso y sacó dos entradas. El castaño retrocedió boquiabierto.

—¿Cómo? — sonrió orgullosa.

Viendo la gravedad de la situación decidió hacer una inversión. Compró las entradas en reventa por más precio, sin embargo, no estaba dispuesta a salir de ahí sin Gen.

Esperaron hasta que abrieron. Había una gran fila de personas deseosas de entrar. Gran porcentaje de sus fans eran mujeres, cuyos ojos brillaban ansiosos y emocionados por verlo. Llevaban pancartas hechas a manos con mensajes, algunos de ánimo, aunque había alguno que otro más atrevido.

Al entrar se sentaron en sus asientos correspondientes. Para su suerte no estaban muy lejos del escenario.

Las luces se apagaron y los murmullos comenzaron a inundar la sala. El escenario se iluminó. Tras una breve presentación la estrella del espectáculo hizo su aparición. Gen recibió una gran ovación por parte del público, incluido Taiju.

El chico hizo una elegante reverencia. Cuando elevó la mirada Yuzuriha lo percibió enseguida; su mirada y su sonrisa estaban apagadas, y el maquillaje no lograba cubrir sus ojeras.

—Se le ve cansado— comentó a sus espaldas una fan.

La habitual energía abrumadora del mentalista había desaparecido, siendo sustituida por una sonrisa forzada. Cuando el espectáculo comenzó los espectadores no le dieron más importancia.

Cometió varios fallos e intentó disimularlos con algunos chistes y anécdotas.

Al terminar el espectáculo se despidió y abandonó el escenario con pasos apresurados, como si quisiera salir de ahí cuanto antes.

Asagiri Gen por primera vez en su carrera había sentido vergüenza.

Era común para sus seguidoras esperar hasta que abandonara el recinto. Una valla de seguridad actuaba como separación entre ellas y el chico. La pareja, a base de empujones, logró situarse en primera fila.

Observaron impacientes la puerta trasera; no podían perder más oportunidades. La puerta se abrió y con ello comenzaron los codazos y los gritos. Cada vez le era más difícil al chico mantener la sonrisa.

Agradeció a los asistentes mientras caminaba hacia el vehículo que lo esperaba estacionado en la carretera. Detuvo su andar al ver a sus amigos; no podía creérselo.

—Gen tienes que volver y arreglar las cosas con Senku. —dijo Yuzuriha inmediatamente al ver que tenía su atención.

—Eso no se puede arreglar —murmuró. Sus ojos se entristecieron, y su estado de ánimo disminuyó más.

La chica no sabía que había ocurrido entre ellos, pero supo que era algo grave.

—¡Gen! —Taiju en un intento desesperado de que el chico no se marchara lo agarró del brazo. Al mentalista no le dio tiempo a advertirle. Uno de los hombres encargado de la seguridad lo empujó con fuerza.

—Por favor, chicos... —suplicó Gen.

—No me voy a ir de aquí —la castaña agarró la valla e inclinó su cuerpo para estar más cerca del moreno —. Senku está muy afectado. No podemos veros así de mal, Gen.

La chica esperó la respuesta esperanzada, sin embargo, el mismo hombre que había empujado a Taiju, harto de tener que esperar más, hizo lo mismo con ella.

—¡Oye! —el mentalista replicó al de seguridad.

Yuzuriha retrocedió por el golpe, su pie chocó con el de otra persona. Su cara se transformó en una de terror al caer. Por suerte, Taiju reaccionó a tiempo. Con gran rapidez extendió su brazo para agarrarla de la cintura, evitando que cayera. La fémina se reincorporó.

Enfadado y con una inmensa rabia volvió su mirada hacía el hombre, ya no estaba. Gen estaba montando en el vehículo.

—Estoy bien. Ve a por él, no podemos perderlo.

Dudó durante unos instantes. No quería dejarla sola después de lo que había ocurrido. Su esposa lo miró con gran determinación y asintió, Taiju respondió con el mismo gesto. Saltó la valla y corrió tras el vehículo.

No podían dejarlo ir. 

Queridos vecinos [DR.STONE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora