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—No hacía falta que hicieras esto.

El bajo dejó el apetitoso desayuno frente a Ryusui. Ukyo se había presentado temprano por la mañana para cuidarle después de lo ocurrido con su padre. También se había ofrecido a llevar a Suika al colegio.

—¿Estás mejor? — preguntó sentado en la orilla de la cama.

—Sí, perdón por lo del otro día.

No podía creer que había mostrado ese lado tan patético de él al chico que le gustaba. Estaba completamente avergonzado, deseaba desaparecer o tener la capacidad de borrar mentes. Echó una rápida mirada al chico, quien lo observaba fijamente.

—Ryusui, sabes que puedes confiar en mí, ¿verdad? —el peliblanco sonrió con sinceridad y tomó su mano, apretando levemente. El corazón de Ryusui se aceleró.

—Eres en quien más confío. —confesó.

Realmente era el único en quien podía hacerlo. Solo tenía a dos personas, a Ukyo y a Suika, pero a ella no podía contarle sus preocupaciones.

Comió bajo la atenta mirada del peliblanco.

Su mente no podía despejarse. Lo habían despedido, y daba gracias a que el piso era suyo, sino estaba seguro de que también se lo hubieran quitado. Tenía ahorros suficientes, sin embargo, tenía que encontrar un empleo pronto.

Dio un sorbo al zumo y tragó con fuerza. Tenía que preguntarle si había escuchado la conversación que tuvo con su padre. Había confesado sus sentimientos por él en voz alta, temía que lo hubiera escuchado. En su imaginación había planteado muchos escenarios donde se confesaba, pero no ese.

—Ayer... ¿Lo escuchaste? — la pregunta provocó que la sonrisa de Ukyo desapareciera. El corazón del rubio se encogió temiendo lo peor.

—Sí...—bajó la mirada. Ryusui sintió una molesta sensación en su estómago. Había tenido esperanza en que sus sentimientos fueran correspondidos — T- Tú también me gustas, Ryusui.

Tardó en procesar esas palabras.

—Qué acabas de...—sus palabras fueron cortadas por un fugaz beso de Ukyo.

—Hoy trabajo de tarde, así que no podré quedarme tanto como me gustaría. —sus dedos se entrelazaron con los del rubio.

—Bueno, como ahora no trabajo tendremos más tiempo para estar juntos. Al final estar desempleado no es tan malo. —dijo mientras jugaba con los finos dedos de Ukyo.

—Si quieres puedo hablar con recursos humanos, creo que necesitan gente en administración.

—Estoy bien. No te preocupes... —sus miradas conectaron —. Pues... ¿ahora somos oficialmente una pareja?

—¿No estaba claro? — Ukyo rio.

—Es mejor confirmar. Más cuando es un ser tan perfecto como tú, con este pobre desamparado sin empleo. —ambos carcajearon.

—No te preocupes. Siendo como eres encontraras un empleo en un abrir y cerrar de ojos. O si no, siempre puedes emprender —los ojos de Ryusui brillaron, ser el jefe sonaba muy bien —. Voy a despertar a Suika.

Los gritos de la pequeña no tardaron en escucharse. Le alegraba ver a Ukyo en su casa y ser despertada por él. Los pasos de Suika se acercaron a su habitación, su figura apareció por la puerta y con gran agilidad saltó a la cama.

—¿Te encuentras mal? — preguntó mirándolo con un rostro claramente preocupado —. Tenemos a Ukyo, te puede curar.

—Estoy bien. Ukyo te llevará hoy al cole. — los ojos de la rubia brillaron.

Tras desayunar y preparar todo, Ukyo y Suika se fueron de camino a la escuela. Ryusui todavía estaba en una nube por lo que acababa de ocurrir. Él y Ukyo eran oficialmente pareja. Además, el ser vecinos tenía sus ventajas, podrían verse más, el quedarse a dormir en casa del otro no supondría un problema, podrían ir juntos a los sitios sin molestarse en ir a recoger a la otra persona, y lo más importante, Suika estaría cerca.

Cuando el peliblanco volvió decidieron ir a dar un paseo. Disfrutaron de la compañía del otro y se conocieron más. Hablaron sobre sus estudios, que otra cosa les hubiera gustado estudiar, y cuáles eran sus sueños.

Al entrar al edificio decidieron ir por las escaleras.

—¡Estoy harto de ti!¡Eres insoportable! —alguien gritó.

—Que sí. Vete a tomar el aire, te hace falta. —una voz lejana le respondió.

Un chico moreno bajó los escalones. Su entrecejo estaba completamente fruncido, y su cara no invitaba a entablar una conversación con él. Ryusui nunca había hablado nunca con la pareja, pues la única imagen que tenia de ellos no era favorable.

Se hicieron a un lado para dejarlo pasar. Este les dedico una mirada asesina.

Cuando entraron a casa soltaron todo el aire de sus pulmones, habían estado conteniendo la respiración por los nervios.

—No sé quién me da más miedo, este o el otro.

—¿Hyoga? Depende de cómo lo veas. Él es más de observarte en silencio e incomodarte con su presencia, el otro, es más probable que te insulte y te empuje.

—¿Has hablado con ellos?

—Poco. Simplemente saludarlos, intenté hablar del tiempo una vez, pero no salió bien.—el cuerpo del rubio se tensó, él nunca se hubiera atrevido.

Fueron sobresaltados por el ruido de una maleta cayendo estrepitosamente sobre el suelo y, posteriormente, un portazo. 

—Hoy hay mucha vida en el edificio, ¿no?

Queridos vecinos [DR.STONE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora