3

189 32 0
                                    

Querida Ruri:

Hoy te veías hermosa, aunque eso no es nada nuevo. Tú eres preciosa.

Todavía no saco el valor para dirigirte la palabra; siento que a tu lado no soy nada.

Siempre me sonríes y me saludas. Debo parecer un borde, nunca te respondo, solo me sonrojo y asiento, como un tonto.

Al volver de la universidad he visto como ayudabas a una anciana a cargar con las pesadas bolsas. Te ha regalado frutas como agradecimiento. Eres una buena persona, mereces todo lo bueno, y me gustaría poder dártelo... Aunque sé que no es posible.

Soñar es gratis, supongo.

Te veo esta noche

Cerró el diario y lo abrazó. Llevaba enamorado de Ruri desde que se mudó al edificio hace dos años. Y, en ese tiempo no le había dirigido la palabra. Se bloqueaba cuando estaba cerca. Salían a la misma hora, ella iba a trabajar y él a la universidad. Aunque él vivía en un primero, cuando se enteró de que ella usaba el ascensor empezó a usarlo también. Coincidiendo, pero en silencio.

Y, cuando Senku comenzó a salir con su hermana se pasaban por casa más seguido. Lo que le hacía mucha ilusión, así podía verla. Como esa noche, que habían quedado para ver películas.

Comenzó a preparar las palomitas cinco minutos antes de que ellas llegaran. Sus manos temblaban, y su corazón latía como un loco.

Llamaron a la puerta y su nerviosismo se incrementó de una manera desorbitada. Senku fue a abrir, Kohaku lo abrazó y Ruri apareció tras ellos con una gran sonrisa, feliz de ver a su hermana contenta junto a su pareja.

Ruri al ver al castaño no dudó en saludar.

—Buenas noches, Chrome —comenzó a sudar y respondió sacudiendo su mano de un lado al otro. La rubia soltó una pequeña risa, provocando que él se encogiera de hombros avergonzado.

Senku ayudó a su compañero a preparar los aperitivos mientras las chicas esperaban en el sofá

— ¿Gen no viene? —preguntó al rubio.

—Dijo que no se encontraba bien. —dijo restándole importancia. El estudiante miró hacia el pasillo, la puerta del moreno estaba cerrada, y era verdad que no había dado señales de vida desde la tarde.

Se sentaron y eligieron la película. Era de comedia, por lo que el salón se llenó de risas. De vez en cuando Chrome miraba de reojo a la rubia. Lo que no sabía él, era que ella también lo hacía, le gustaba verlo feliz, escuchar su risa, y verlo ser él mismo. 

Queridos vecinos [DR.STONE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora