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—¿Sui, estás bien?

Suika veía como su primo metía con prisas sus deberes y algunos juguetes en su mochila. Desde el día anterior había estado distante. Cuando regresaron de la excursión se mantuvo todo el trayecto en silencio, lo que lo hizo incómodo.

Sin darle una respuesta le colocó la mochila en la espalda.

Ryusui salió de casa con paso apresurado. Agarraba la mano de la pequeña y tiraba de ella con fuerza.  Era la primera vez que Suika lo veía así de alterado.

Ukyo abrió la puerta, y miró preocupado al alto.

—¿Estás bien? Sabes que puedes contarme cualquier cosa que te... —se detuvo al ver a un hombre salir del ascensor. Su semblante era serio e imponente, le cortó la respiración —. Buenos días...

—Vendré a recogerla —fue lo último que dijo antes de ir hacia el hombre, quien le dedicó al peliblanco una mueca de asco.

Dentro de casa Ryusui ofreció al hombre sentarse en uno de los sofás, lo hizo de mala gana.

—¿Quién era ese? ¿Otro desviado? —la manera en la que se dirigió a su vecino lo enfureció, pero se contuvo.

—Ese chico tiene una carrera y es una persona muy profesional.

—Me da igual qué tan bueno sea. Te puse a trabajar en la empresa para que se te quitará la tontería. Incluso te deje mudarte a esta pocilga, pero no permitiré de nuevo que hagas cosas depravadas con hombres —se levantó violentamente y lo señaló —. Debes casarte con una mujer y tener hijos, ¡es tu deber!

Apretó los puños con fuerza. Su padre siempre había sido así, fue cuando descubrió que se estaba viendo con un chico que le dio un puesto en la empresa para "centrarlo". Tiempo después Ryusui no soportó vivir en el mismo espacio que él, insistió en tener su propio piso, aunque fue difícil, lo consiguió. Su tía, quien se fue al extranjero quería dejar a Suika con su padre, pero pidió que la dejara a su cargo.

—Padre.

—Ahora mismo vas a ir a ese asqueroso maricón, ¡y vas a romper lo que sea que tengas con él!

—No lo llames así... —no soportaba escuchar como se refería a Ukyo.

—No conviene juntarte con esa gentuza. Se ve a leguas lo que busca la puta esa. Para curarte hay que...— el rubio se levantó con tanta fuerza que arrastró el sofá hacia atrás.

—¡No lo llames así! ¡Se llama Ukyo! —gritó con toda sus fuerzas sin poder aguantar más la ira en su interior— ¡Él no es ningún depravado, es alguien dulce y con buen corazón! ¡Es a quien quiero!

La cachetada resonó en el salón. Podía sentir el ardor en su mejilla izquierda, se la acarició cuidadosamente. El hombre había usado toda su fuerza para golpearlo. Levantó su mirada para observar la expresión en el rostro del mayor, ni una pizca de arrepentimiento, solo disgusto y repulsión por su hijo.

—Bien. A partir de ahora ya no eres mi hijo. Despídete del apellido Nanami. Irás al infierno por esto —abandonó el lugar con un fuerte portazo que hizo temblar la pared.

Se cubrió el rostro con sus manos. No lo soportaba. Sabía que nunca sería aceptado por él; a sus ojos él hacía cosas antinaturales y no era siquiera una persona. Sin poder contenerlo más sus ojos se aguaron, las espesas lágrimas comenzaron a caer. No fue capaz de detenerlas.

—Ryusui... —se escuchó una suave voz tras la puerta. Caminó torpemente hasta ella, no podía ver bien debido al agua en sus ojos.

Abrió y abrazó al peliblanco, quien sin saber qué le pasaba le envolvió con sus brazos cálidamente. Acarició la espalda del rubio intentando reconfortarlo.

—S-Suika... —balbuceó.

—Está durmiendo. Estaba agotada.

—No te vayas...— pidió hundiendo su rostro en el cuello de Ukyo.

—No lo haré.

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Dios, me ha costado escribir los diálogos de padre ffshjf 

Me cuesta mucho escribir cosas homófobas ;;

Queridos vecinos [DR.STONE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora