Capítulo 4 - Beso de despedida

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Sus palabras llenan mi vacía mente. No se si creerlas, no se si me está mintiendo o no. Pero suena tan coherente -o eso es lo que quiero pensar, que tiene un sentido después de todo-. Pero el simple hecho que haya una pequeña posibilidad de que mi padre siga vivo, hace que quiera tener fe ciega en lo que dice, en cada palabra que sale de su boca. Aunque me sea tan confuso. Todo lo que me han llegado a contar los creadores y yo me he llegado a creer, es mentira. ¿Cómo una frase tan corta puede tener tanta fuerza sobre alguien?

-Oye, Gabriel, ¿estás bien?-me pregunta Nadir preocupado pues llevo un buen rato callado. Apoya una mano sobre mi hombro derecho para darme ánimos, mas no sirve de mucho. Mi corazón late a mil por hora y la boca se me llena de saliva. Mi padre puede estar vivo y eso... me vuelve loco.

-¿Cuantos murieron en el accidente?-pregunto con dificultad después de tragar el cúmulo de saliva que me dificulta la emisión sonidos.

Aunque me duela, necesito saber todos los detalles verdaderos sobre lo qué pasó. Pero...¡no entiendo por qué ésta información nos la ocultaron los gobernantes! "¿Es que no tenemos derecho a saber de verdad si nuestros seres queridos están muertos o no?" grita mi fuero interno, enfadado.

Espero impaciente la respuesta de Nadir, el cual supongo que también le costar hablar del accidente ya que él lo sufrió en primera persona. O al menos mucho más que yo.

-Creo que murieron dos quintos de todas las personas que subieron a las naves, aproximadamente. Ya sabes, tampoco es que tuvieramos y tengamos muchos medios para hacerlo-hace una pausa para tragar saliba- Tampoco es que ayude el hecho de que todo allí arriba es un completo caos lo que hay allí arriba. Solo sé que somos bastantes, aunque como ya te he dicho, estamos muriendo demasiados cada día que pasa-dice con dificultad y trazas de odio.

Hay algunas palabras que se le quedan trabadas en la boca y al final las tiene que acabar escupiendo para que salgan. Sé que no debería seguir con el interrogatorio pero me es imposible parar.

-¿Pero cómo es eso posible? Nosotros... Nosotros no somos así. Ayudamos a todos los que podemos. Además, si lo que dices es cierto, allí arriba habrá muchos familiares de los que aquí estamos, incluido...-intento decir el nombre de mi padre, pero no me sale. Un nudo en la garganta no me lo permite. De verdad odio ser tan sensible con este tema, pero no puedo hacer nada por remediarlo.

Quería, mejor dicho, quiero a mi padre con locura y su pérdida fue... devastadora. Él me enseñó a ser buena persona, a estar siempre dispuesto a ayudar a los que me rodean y a dar más de lo que recibo. Él ha sido mi modelo a seguir y desde que se fue de mi vida, mi madre me estuvo contando cosas maravillosas de él, lo que hacía que en un futuro deseara con fuerza ser un hombre tan hecho y derecho como mi padre.

-¿Incluido quien?-me pregunta rápidamente curioso. ¿De verdad debo decirle el nombre? Si son tantos como dice que son, no creo que le conozca ni por asomo. Pero esa esperanza, la que crece a momentos en mi pecho, me obliga a decirlo. No la controlo y no sé si eso es bueno o malo no poder hacerlo.

-Mi padre, Albert Thompson- y sin más, una diminuta lágrima se resbala por una de mis mejillas, acechando con caer en las sábanas de un momento a otro. Le miro a los ojos esperando que la respuesta sea la que yo me espero -o mejor dicho, quiero- que de verdad si sabe quien es y que está vivo, pero como siempre, mi gozo en un pozo. Nadir muerde su labio y desvía la mirada evitando decir la respuesta. Maldita sea, no me hagas esto.-¿Sabes quién es?-insisto.

-Me temo que no...-susurra aun mirando hacia otro lado-Gabriel, lo siento- y yo agacho la cabeza abatido. Hubiera sido demasiada suerte y yo desgraciadamente, no soy un chico muy afortunado últimamente.

Buscándote en otro mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora