T E S T I G O

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Manuel era un adolescente como los otros. Tenía un grupo de amigos, tenía a una madre que amaba, un padre desgraciadamente fallecido, e iba a la escuela cada día. Tenía pocas ganas de ir a veces, pero era un chico motivado, respetuoso, talentoso y listo.

Algún día, estaba en clase y se aburría. Hay que decir que las clases de francés para él no tenían mucha utilidad, era bilingüe y hablaba el idioma perfectamente. Entonces se aburría, se aburría mucho y necesitaba distraerse. Levantó la mano y la profe le preguntó qué le pasaba.

- ¿Puedo ir al baño por favor?

- Si...

Se levantó con prisa y salió del aula. Sus compañeros lo miraron, un poco celosos. También se aburría, pero eso era porque no escuchaban la clase.
El español empezó a caminar por los pasillos, siblando una melodia que tenía en la cabeza. De repente, escuchó como unos gemidos en el local donde ponen las escobas. Al principio, le pareció divertido que algunos alumnos o profes se esten dando placer de manera tan poco discreta. Pero cuando se acercó a la puerta dónde había los ruidos, pudo escuchar además de gemidos unos sollozos, de una voz feminina, y una voz masculina diciendo cosas que no podía oír. Su pulso se aceleró de golpe, entendió que algo andaba mal. Trató de abrir la puerta pero no pudo. Lo intentó, muchas veces, pero estaba cerrada.

- Necesito entrar, ¿pueden abrir?

Los sollozos se hicieron menos fuertes, parecían sofocados.

- ¡Por favor!

Nadie contestó, pero los gemidos se detuvieron. Pensó en ir a buscar ayuda, pero tampoco quería que estuviesen solos y que puedan irse sin que pregunte lo que pasó.
El tiempo se pensarlo, la puerta por fin se abrió. El chico se encontró frente a su profesor de física y química. Detrás de él estaba otra profesora que no tenía pero algunos de sus amigos si. Ella tenía el rostro rojo, tal como sus ojos. Manuel se sentía mal, ya había entendido lo que había pasado y no sabía ni qué decirle a su profesor. Tenía miedo. El hombre era muy alto, y la profesora muy pequeña. Seguramente había aprovechado de eso, porque era más fuerte.

- Escuché ruidos... - dijo con poca confianza.

- Ah, bueno, a veces pasa.

Pasó a su lado con una pequeña sonrisa en el rostro. La mujer se fue casi corriendo, no tuvo el tiempo ni de preguntarle como estaba o si necesitaba ayuda.
El hombre no estaba lejos, entonces Manuel alzó la voz :

- Le voy a denunciar.

Su profesor se dio la vuelta de inmediato. Pensaba ver miedo en sus ojos, pero no. Él no tenía miedo, sabía lo que hacía. Y se acercó rápidamente al español. Le tomó del brazo y los hizo entrar nuevamente al local, cerrando la puerta con llave. Manuel no pudo controlar su respiración. ¿Iba a hacerle lo mismo que con esa pobre mujer? Lástima que estaban en un pasillo que nadie usaba porque no había nada más que el local.

- ¿Me vas a denunciar? - preguntó el hombre, pero sonaba más a pregunta retórica.

- Si. No puedo dejar que...

No le dejó terminar su frase, le pegó la cara con fuerza, haciendo que Manuel de unos pasos atrás y se encuentre contra la pared. Rápidamente, pudo sentir como la sangre salía de su nariz, pero su labio también estaba sangrando. Ese hombre tenía mucha fuerza. Se acercó al joven y tomó su cara en su mano derecha de manera amenazante. El chico no podía controlar sus lágrimas. Tenía mucho miedo.

- No vas a decir nada, porque no pasó nada. Y si no dices nada, todo estará bien, para ti como para ella. Pero si abres tu puta boquita... - jugó con sus lábios con su mano izquierda. Manuel pudo sentir el gusto sucio de sus dedos que le daba ganas de vomitar. -... van a tener problemas, ambos.

One Shots →Disney Bia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora