El español está en el Jukebox, trabajando desde las seis de la mañana. Ya son las seis de la tarde y no piensa parar. En realidad no quiere pensar en nada, porque cada vez que lo hace tiene imágenes de su hija y de su novia, y se siente mal. Si, es verdad que avanzó mucho desde la muerte de Esmeralda, pero todo aún es muy reciente. Y pasó tan rápido que no pudo darse cuenta rapidamente de que su hija realmente ya no estaba.
— Ey, Manuel, ya. Basta.-dice Clara tomando los vasos de las manos de Manuel. - ¿No crees que ya trabajaste bastante?
— Déjame, no importa.
— No no no amigo, ya basta. Tienes que descansar. Juan me dijo que estabas desde las seis de la mañana. No puedes trabajar tanto y lo sabes. Últimamente lo estás haciendo demasiado y se ve. Se ve en tu cara, en tu postura, se ve en tu manera de hablar y hasta de pensar.
Manuel suspira y deja lo que estaba haciendo. Ella tiene razón, él está cansado. Pero no puede parar de pensar. Cada vez que cierra los ojos se imagina junto a su hija y su novio, felices. Y le rompe el corazón porque ahora ellas están juntas pero en otro mundo. Ese pensamiento le hace más sufrir qué nada. Él se quedó solo. La soledad es lo que más temía.
— Vamos Manu, vuelve a tu casa. Ya hiciste bastante por hoy.
— Okay, ganaste. Voy.
Abraza a la francesa y toma sus cosas para irse. Pone sus audífonos porque no puede soportar no tener ninguna distracción.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Manuel abre la puerta de su apartamento e inmediatamente el frío lo pega. Es así desde que perdió a Esmeralda. Todo es muy frío y ni encuentra calor en ningún lado, menos en su casa.
— ¡Mamá! ¡Volví!
No obtiene ninguna respuesta. Ella debería estar aquí, ella le dijo que no tenía nada que hacer ese día. ¿Le habría pasado algo? Manuel siente su pecho comprimirse y su respiración de acelera.
— ¿Mamá?
Empieza a buscar en toda la casa con la respiración acelerada. Tiene sudores fríos y siente que una fuerza imaginaria está presionando subre su cuerpo. No quiere que le haya pasado algo a su madre. No ella. No la encuentra en la casa, así que decide tomar su teléfono. Sus manos tiemblan mucho. Llama a Lucia pero ella no contesta. Manuel se senta al suelo, empieza a marearse. Está en pánico. No ella, no ahora...
— Contesta...
La llama cinco veces sin respuesta, y cuando está a punto de abandonar, ella lo llama.
— Hijo ¿pasó algo? ¿Por qué me llamaste tantas veces? ¿Estás bien?
El español trata de recuperar su respiración. No logra hablar.
