Subasta

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- I give you twenty-five dollars! - gritó una mujer en el fondo de la sala, con un billete en la mano.

- Oh come on! This is very low! Who offers more?

- I offer fifty dollars! - contestó Judith levantando la mano con felicidad. Gabriel la miró, frunciendo el ceño.

- Sixty dollars!

- Sixty dollars there! Who offers better?

- Seventy! - volvió a gritar Judith. Lo hacía para su mejor amigo, nada más.

- Eighty!

- A hundred dollars! - ofreció también con su billete en la mano. La subasta estaba algo interesante, y las dos mujeres no parecían querer rendirse.

- A hundred and fifty!

Judith no lo podía creer, la mujer había propuesto ciento cincuenta dólares, pero ella no podía rendirse, no esta noche.

- Two hundreds!

Gabriel miraba la escena, muy sorprendido. Era el precio más alto que se había propuesto. ¿Por qué Judith hacía eso?

- Two hundreds and fifty!

- Three hundreds!

- Okay I give up...

Estaba ganando Judith, con tres cientos dólares, estaba comprando a Gabriel por la noche.
El propósito de la noche era recaudar fondos para ayudar el equipo de patinaje artístico de la pequeña ciudad de California, y decidieron organizar una subasta de los jugadores por la noche. Nadie pensaba que eso funcionaría tan bien, ¡estaban comprando a Gabriel por trescientos dólares!

- Okay I think we have our winner there! Three hundreds dollars one... two... three... It's won!

Judith gritó y Gabriel se bajó del escenario para abrazarla. No pensó ni un minuto que ella estaría lista para pagar tanto dinero por él. Estaba sorprendido.

- ¡Me compraste!

- ¡Qué frase tan rara! - se separaron y ella le pegó el hombro. - Y no lo hice por mí, eh.

- Lo hiciste por mí, porque no quería que me quedase con una vieja de cincuenta años toda la noche. ¿Cierto?

- Podría ser pero... no. - Judith sonrió aún más. Sabía que estaba haciendo lo mejor para él. - Lo hice como un regalo de Navidad, para ustedes dos.

Gabriel no tuvo el tiempo de contestar o siquiera reaccionar, vio a Julián entrando en el lugar, buscando a algo — o alguien — con la mirada. Cuando este lo vio, su sonrisa fue una respuesta bastante clara para todas las preguntas de Gabriel.

- ¡Viniste! - dijo con una gran emoción en la voz.

- Claro que vine, no me podía perder esto.

- Digamos que es mi regalo de Navidad para los dos, porque tres cientos dólares es muchísimo.

- ¿¡Lo compraste por tres cuentos dólares!? - se sorprendió Julián.

- El dinero no se cuenta para los amigos.

Diciendo eso, Judith caminó hacía atrás y desapareció en la multitud, seguramente yéndose a pagar el dinero. Los dos chicos se miraban, sin realmente saber qué decir. Estaban tan felices y emocionados que se les iban las palabras.

- No puedo creer que hayáis hecho eso. - dijo Gabriel, rompiendo el pequeño silencio.

- Ni yo. - soltó Julián mirando a su alrededor, antes de centrarse en los ojos del chico frente a él. - Pero era la mejor manera de... volver a acercarme después de lo que pasó.

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