Octubre es el mes en que el velo que separa a las dimensiones es más fino y es posible llegar a otros mundos; es cuando las musas de los okami fickers se reúnen entorno a una fogata disfrutando de la fresca brisa otoñal, toman una taza de chocolate...
Los personajes de Sakura Card Captor no nos pertenecen, la historia que a continuación leerán, es obra de Danytta. No se permite reproducción o "adaptación" de ningún tipo, para otros fandoms.
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Su vida era casi perfecta, tanto así que durante toda su existencia fue víctima de la envidia de algunas personas de su entorno por su extrema belleza y buenos modales, poseer una familia pequeña pero que siempre estaba al pendiente de ella, gozar de una situación económica que si bien no la situaba entre las familias más poderosas de Japón sí le permitía darse bastantes lujos, además de ser portadora de un sinfín de virtudes y atributos que la catalogaba como una de las jóvenes más cotizada dentro de los chicos de su edad como prospecto de novia ideal. A simple vista su mundo era perfecto, salvo por un detalle, cuando al fin había encontrado al amor de su vida luego de muchas desilusiones, el destino, o más bien una mujer, se encargó de recordarle que para ella la posibilidad de amar no era una opción y la célebre frase "y fueron felices para siempre" simplemente representaba una farsa utilizada en los cuentos de hadas e historias románticas solo para jugar con la estabilidad emocional de las personas.
Frustrada y dolida por su desdichado futuro, la hermosa joven tomó la única decisión que consideró le ayudaría a sanar su destrozado corazón, una que consistía en comenzar desde cero con todo lo que ello implicaba, nuevas amistades, nuevo empleo, nuevo hogar e incluso, nuevo país. Fue así como Sakura Kinomoto, una tímida chica de cabellera castaña y orbes esmeraldas dejó la comodidad de la casa de su padre en Japón para radicar en Italia buscando con ello cerrar un capítulo en su vida, uno que no terminó de la mejor manera y del cual se propuso nunca más hablar.
Si bien los primeros años fueron muy duros por la barrera que representaron para ella el idioma y las costumbres, en Milán conoció a una extrovertida mujer de cabellera azabache, piel lozana y ojos amatista que le haría cambiar la forma de ver la vida, una chica dueña de una seguridad envidiable, refinado gusto por la moda y poder de persuasión nunca antes visto y con quien emprendería una aventura jamás imaginada, una cargada de sorpresas cuyos frutos los vería reflejados con el pasar de los años.
El tiempo transcurrió a una velocidad inusitada, provocando que en un abrir y cerrar de ojos se encontraran ad portas de celebrar una de las mejores decisiones que tomaron: convertirse en socias y mejores amigas.
La mañana del primer día del mes de febrero había llegado y con ello también la fecha pactada para iniciar con los preparativos para un nuevo aniversario de la empresa de catering que presidía Sakura.
—¿Estás lista para irnos, Sakura? —De improviso ingresó Tomoyo a la oficina de su amiga, portando una bella chaqueta entallada en ottoman de lana y cachemira negro junto a una paschmina en tono gris carbón, previniéndola de las bajas temperaturas propias de la estación.
—Buenos días, querida Tomoyo —saludó a quien era su asesora de imagen, mejor amiga y principal accionista—. ¿Es idea mía o el día de hoy estás más animada que de costumbre? —cuestionó al ver la amplia sonrisa dibujada en los labios de la recién llegada.
