Octubre es el mes en que el velo que separa a las dimensiones es más fino y es posible llegar a otros mundos; es cuando las musas de los okami fickers se reúnen entorno a una fogata disfrutando de la fresca brisa otoñal, toman una taza de chocolate...
Esta historia está basada en los personajes de Sakura Card Captor. Los personajes no nos pertenecen, pero si los originales que vayan transitando a través de esta historia que a continuación leerán y es obra de CherryLeeUp. No se permite reproducción o adaptación de ningún tipo.
Capítulo 2
¿Fortuna o destino?
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Un punzante y profundo dolor se había apoderado de todo mi brazo, como un ardor que me consumía y era capaz de minimizar cualquier otra dolencia en mi cuerpo. El eco peregrino de mi nombre se filtró entre la espesa niebla, al tiempo que unas manos acariciaban mis mejillas y frente; pequeñas... suaves. La tarea de abrir los párpados parecía imposible, como si estuviera negado a encontrarme con la realidad que me esperaba.
―Shaoran... por favor. Vuelve conmigo. ―Era la voz de Meilin, podía jurarlo.
Por ella, hice un mayor esfuerzo. El pecho ardió cuando mis pulmones se expandieron a su máxima capacidad y eso pareció ser suficiente para barrer con la pesadez. Poco a poco, fui abriendo los ojos y tuve que pestañear varias veces hasta que logré reconocer el rostro bañado en lágrimas de mi hermana menor; su sonrisa brillante y colmada de alivio apareció cuando musité su nombre.
―Pensé que... pensé que te perdería ―sollozó y dejó un beso en mi mano.
Quise pedirle perdón por haberla preocupado de forma tan cruel, y demostrarle que aún estaba allí con ella... que lo estaría siempre. Alargué mi pesada mano, dispuesto a limpiar el camino húmedo en su piel.
―No te muevas, Li.
Mi sangre se heló ante esa voz femenina... que se había quedado grabada en mi memoria como el fuego lo hacía en la piel. Y como si el tiempo se hubiera ralentizado, giré la cabeza hacia el lado contrario y me encontré de lleno con los espeluznantes recuerdos. Los dos en aquel despacho, luchando a muerte... y después ese verde mortífero, juzgándome rabioso y lleno de desprecio, mientras su arma apuntaba a mi pecho.
Nos había seguido... ella nos había dado alcance. El miedo revivió feroz y borró todo pensamiento racional de mi cabeza, dejando únicamente mi necesidad de proteger a mi hermana. Me impulsé hacia delante de golpe; entonces un poderoso ardor se explayó como un latigazo que me sacó un alarido.
Dos pares de manos se posaron sobre mi pecho desnudo, presionando hacia abajo; y aunque traté de oponer resistencia, el dolor era tan grande que fui sometido patéticamente, quedando acostado de nuevo.
―Te dije que no te movieras. ―Con dificultad, volví a mirarla; parecía estar removiendo algo sobre una hoja con su dedo―. Esto arderá como el infierno, pero te ayudará a sanar más rápido.
