Cuando seamos novios.

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Suspiré después de escuchar aquel comentario y recargué mi cabeza contra la gran pared blanca del salón de primer año de primaria mientras sentía cómo Brayan se acomodaba junto a mí; más juntos. Cerré los ojos y en un soplido solté.

-No me imagino qué pasará cuando salgas de tercero.

Brayan me miró serio por unos momentos, y acto seguido cruzó los brazos y miró al frente frunciendo el ceño. Abrí los ojos al sentir su mirada fuera de mí. Me gustaba observarlo mientras no me estaba viendo, porque era algo que me encantaba. Era un sentimiento distinto, de esos que no estás acostumbrada a sentir a diario. Y eso me gustaba.

-Vendré a visitarte.

-Sí-volví a cerrar mis ojos-, una vez al mes.

-Claro que no-se giró hacia mí-. Iré a visitarte las veces que pueda. A demás, saldremos al cine de vez en cuando.

-Espero y sí...

Abrí mis ojos y quité mi cabeza de la pared para mirar mi falda, la cual se encontraba un poco arrugada, así que la arreglé mientras Brayan miraba con mucha consentración cada desdoblez que mi mano creaba.

Él tenía algo en su mirada que simplemente me encantaba. Sus ojos irradiaban una porción de misterio, cosa que jamás podría descifrar. Era una mirada penetrante, tanto que podía callarte si se lo permitías.

En ese momento aparté la mirada, a lo cuál él sonrió. Lo miré de nuevo y él me miró fijamente. Dios, no puedo con esto. Sonreí y bajé la vista.

-Dame una pista-lo miré mientras me miraba callado, y regresé mi vista a dónde la tenía antes-. ¿Seré tu novia antes que acabe este año?

-Sí-sonrió.

-¿En diciembre?

-No lo sé-me miró con malicia.

-Ok-lo miré con rabia.

-¿Ya te enojaste?-sonrió poniendo una mano sobre la mía.

-No-recargué de nuevo mi cabeza contra la pared-. Aun triste por lo del partido, pero de allí en fuera bien.

-No te pongas triste, será para el otro sábado.

-No me digas hasta que estes seguro.

-Es que la hora me la avisan el viernes, así que no te puedo confirmar ahora.

-Por eso. Luego pido permiso, y se enojan si al fin les digo que no.

-Es que América, yo no sé a qué hora juego-se excusó.

-Por eso-repetí-. Cuando sepas me avisas, para que yo pida permiso si es que puedo ir.

-Es que me avisan el viernes, y ya estoy en mi casa, y tú en la tuya-respondió.

-Por facebook-busqué una solución.

-¿Pero crees que te dejen?

-Sí-sonreí.

-¿Segura?

-Sí.

-¿Segurísima?-sonrió.

-Sí, Brayan, sí-reí.

-¿Ya nos subimos?-preguntó mirando a casi la mitad del patio subiendo a los salones.

-Vamos-respondí.

Subimos por las escaleras que están hasta el fondo, y nos detuvimos cerca de la puerta de mi salón, donde ya se encontraba el maestro de cultura.

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