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Estos fueron los tres años en tu espera, teniendo la esperanza de volverte a ver algún día. Sintiéndose vacío por el hecho de que no está a su lado, pero sabe que ella está bien en su hogar, no rodeada de tantos peligros como vivió en esa larga jornada en buscar los fragmentos de Shikon, aquella gema que trajo desgracias para todos, inclusive hasta para el mismo Naraku, aquel ser maligno que ahora yace muerto después de la gran batalla acontecida.

Contó los días desde entonces, le informaron que fueron tres largos días donde no hubo noticias de ellos y que el pozo estuvo desaparecido hasta que volvió. Ahí empezó a contar sin evitarlo.

4 meses completos, con el amanecer que se asomaba entre las montañas que se veían a la lejanía. Estaba sobre un cerro mirando el sol naciente, los sonidos de la mañana empezaba a resonar. Con sus oídos finos podía escuchar a los aldeanos preparándose para la siembra. Hubo problemas gracias a la miasma pero esta fue purificada cuando la pelea acabó, pero dejo muchos daños. La comida fue un problema por un tiempo. Pero ahora estaban mejor que antes.

La brisa sopló fuertemente, la primavera se alejaba para darle paso al verano. Los rayos del sol finalmente llegaron a su rostro y fue como un aviso para retirarse. Dio media vuelta para empezar a correr, salto alto para llegar hasta los árboles y saltar en uno en uno. Llegó a su destino sin problemas. Alzó una mirada, observando a un lado.

Ahí estaba el pozo, parece que nada había cambiado. Miró abajo un momento, estaba oscuro. Se puso de pie sobre la madera vieja y salto hacia abajo. Pero el resultado no fue el deseado, porque no llegó a ningún lugar. Frunció el ceño molesto. Salió nuevamente de ese lugar. Se quedó meditando de pie en ese sitio.

Hasta que llegó un aroma a su olfato. Suspiró.

—Shippo. ¿Qué haces?

El zorrito apareció saltando de los arbustos y se quedó sentado en el césped a un metro de Inuyasha. El peli plateado lo observó esperando respuesta. Shippo hizo un puchero.

—Pensé que habías podido...

Inuyasha abrió los ojos y después los cerró. El pequeño zorro la extrañaba también, se acercó al niño y solo se inclino para acariciar su cabello. Shippo lo observó curioso. Pero Inuyasha se levantó rápido y no le dio tiempo a ver su rostro. Pero lo sabía, seguía triste.

—Vámonos.

Shippo se quedó quieto para luego reaccionar, corrió hasta Inuyasha y saltó hacía su hombro.

『 𝗕𝗢𝗢𝗞 𝟭: 𝖥𝖮𝖱 𝟥 𝖸𝖤𝖠𝖱𝖲 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora