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Estos fueron los tres años en tu espera, teniendo la esperanza de volverte a ver algún día. Sintiéndose vacío por el hecho de que no está a su lado, sin embargo no fueron años exactamente donde solo tuvo estar pendiente a que ella regr...
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El comandante Hisoka se encontraba en su viejo hogar, mientras veía el altar que le había hecho a su difunta familia, asesinadas en tiempos de guerra cuando era más joven. El sitio poseía un aire tranquilo, donde su katana en vez de estar amarrada a su cintura, estaba sobre el pasto donde se localizaba en el momento.
Aunque se sentía completamente en paz, sin ninguna molestia, había algo que olvidaba, ¿Qué era eso que olvidaba?
Sin darse cuenta, por su característica humana, aquella entidad se había colado dentro de los sueños del humano. Era demasiado aburrido, los humanos son demasiados simples no hay nada interesante en ellos que solo una vasija llena de sentimientos mezclados que no saben controlar.
—Creo que será mejor que despiertes, comandante humano.
Al terminar esas palabras, Hisoka abrió sus ojos, dándose cuenta que estaba tirado en alguna habitación. Estaba rodeado de ramas secas y otras cosas que no quería explicarse a sí mismo, se quitó de inmediato eso con ayuda de su espada.
—¿Qué pasó? —se preguntó mientras colocaba su mano sobre su cabeza, luego todo se hizo más claro—Es cierto. La fiesta... todo se puso oscuro. Rayos, ¡Princesa Mei! ¡Príncipe Arata!
Tenía que encontrarlos, debía encontrar a sus muchachos. No debe permitirse perder a otro ser querido por culpa suya o por no haber podido hacer nada.
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Las espadas resonaban en aquella zona, ese timbre metálico se escuchaba fuertemente. Las ráfagas alrededor eran el resultado de la fuerza de cada uno, aunque uno era un humano contaminado por energía maligna. Bueno, un humano muerto.
Mei seguía escondida, no sabía qué hacer. Era un estorbo para Inuyasha, cuando la pelea se hacía intensa tenía que ver por ella y llevarla a otro lugar donde pudiera estar segura por algunos minutos. ¿Así era la vida de batallas allá afuera? ¿Entre demonios y humanos?
Se sentía afligida por no saber tantas cosas y todo por culpa de sus padres.
—¡Hermana!
Mei alzó su mirada, viendo a su hermano Arata acercarse, las lágrimas empezaron a rodar por su rostro antes de poder hacer algo. Aliviada corrió hasta su hermano quien bajó de esa extraña bola rosa, acompañado por el monje Miroku.
—¡Arata, hermano mío! ¡Debemos hacer algo, nuestro hermano mayor ha sido poseído por la maldad! Ahora está intentando matar a Inuyasha, ¡Hay que ayudarlo de algún modo!
Arata volteó su mirada, incrédulo de que su hermana mencionó a su hermano mayor, pero ahí estaba, con un aura maligna y con un aspecto de un muerto. ¿Qué en los cielos era eso?
