═════════════
Estos fueron los tres años en tu espera, teniendo la esperanza de volverte a ver algún día. Sintiéndose vacío por el hecho de que no está a su lado, sin embargo no fueron años exactamente donde solo tuvo estar pendiente a que ella regr...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
═════════════
Inuyasha abrió lentamente los ojos, estaba en alguna habitación. Era una habitación del castillo del príncipe Arata. Se levantó, mientras miraba su alrededor, algo no estaba bien. No había aromas o algo para detectar. Se acercó a la entrada de la habitación, la deslizó lentamente, se asomó un poco, luego la abrió completamente.
Justamente pasó un niño corriendo en ese pasillo. Lo siguió, sin saber por qué.
Fue entonces que llegó al patio que notó la diferencia, el cielo lucía translúcido, con colores extraños, como si estuviera en algún campo de protección. Bajó la mirada y pudo ver al niño, jugando con una katana de madera.
—¡Eiji!
Inuyasha volteó al momento que también lo hizo el niño, era un hombre, con un uniforme digno de samurai. Por su aspecto parece un hombre allegado a los 30 años. El niño se acercó a él, parece que le susurró algo y el pequeño de cabello oscuro sonrió en grande al escuchar la noticia.
Inuyasha vio que era omnipresente ahí—"Debe tener algo que ver con la entidad de hace un rato. Me dijo que debía ver todo para ayudarlo..."
No quería ignorar que seguía aún confundido por el fácil ofrecimiento de "ayudar" de esta extraña entidad, pero lo dejaría de lado. Aprovechará esto, debe ver que pasó para que el hermano mayor de Arata y Mei, haya aceptado la ayuda de un ser maligno.
Inuyasha siguió al hombre, que era el padre de los príncipes, quien tenía en brazos al joven Eiji. Llegaron a otra habitación y había una mujer acostada en el piso, acompañada de mucamas.
—Saluda a tu nuevo hermano, mi primer hijo—dijo la mujer con un rostro de cansancio, pero dejado de lado por la sonrisa en sus labios.
Eiji fue puesto en el piso y se acercó a ver al bebé en brazos de su madre. Un pequeño que apenas tenía unas hebras de cabello. Sus ojos brillaron impresionados al ver a su hermano bebé.
—Es un niño. Su nombre es Arata. Espero que los dos, se lleven bien y llevan con honor el nombre de la familia—dijo el padre mientras se arrodillaba para estar a la altura de su hijo mayor.
Eiji miró a su padre y asintió con una sonrisa—¡Sí padre! —miró a su madre—¿Cuándo podré enseñarle a usar la espada?
La madre empezó a reír—Aún no, pero pronto. Déjalo crecer. Sigue siendo pequeño.
Eiji hizo un puchero—¿Y eso cuánto va a tomar?
Los padres empezaron a reír, dejando a Eiji confundido.
Inuyasha frunció el ceño viendo esto. De repente sintió que todo se desvanecía y ahora estaba en otra parte del castillo, justamente la gran sala. Donde estaba un Eiji un poco más mayor y a su lado estaba su pequeño hermano, tocando un Kokyu. Pero hizo mal un acorde y sonó un ruido feo.
