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Shippo por un momento estuvo tranquilo con el cuidado de las sirvientas, le dieron de comer y realmente no sabía que estaba hambriento hasta que probó bocado. Por ahora sentía un dolor molesto en su costado, la mujeres le dijeron que tenia una costilla fracturada. Eso lo asustó de sobremanera, ha estado anteriormente en batallas pero nunca quedó tan herido así.

¿Quizás si debía escuchar a Inuyasha de mantenerse atrás cuando se debe?

De inmediato, la imagen de la azabache vino a su mente. Negó lentamente, no podía ser siempre un cobarde. Tenía que pelear, tenía que hacerlo.

Las mujeres estaban chismeando sobre Inuyasha, diciendo que siendo un mitad bestia era bastante guapo. Y algo que no les molestaría si fuera a "comerlas". No entendió ese comentario y las miró raro.

Ya se sentía algo impaciente, o bueno eso sentía, porque movía su cola de arriba a abajo. Jugaba con sus dedos.

Apenas escuchó los pasos cuando la entrada de la enfermería se abrió sin aviso y ahí estaba Inuyasha. Las mujeres se quedaron perplejas por su presencia.

—¿Shippo? Vamos, ya nos dieron la habitación donde dormiremos.

—Ah, de acuerd-

—¡Buenas noches, Joven demonio! ¿Antes de retirarse podemos ofrecerle algo? ¿No requiere de nada? Se lo traería sin problema—La mujer quien habló se le acercó e Inuyasha alzó una ceja por el comportamiento de ella. Tenía una mirada brillante y un corto cabello castaño.

—No. No se me ofrece nada—Cargó a Shippo y notó el olor de las hiervas medicinales. Parece que hicieron su trabajo.

—¡Espere! —Gritó otra sirvienta, de cabello oscuro—Podemos llevarle de nuestras mejores bebidas. Debe querer algo para su garganta... después de su largo viaje. De igual manera podemos, ofrecerle otro servicio, si no lo desea.

Inuyasha esta vez entendió la indirecta y la miró seriamente—No voy a hacer nada que su... Amo, no acepté. Y antes que nada, no hagas eso. No me interesa en lo más mínimo.

La mujer hizo una mueca al ver la negación dura del otro. Inuyasha, aunque alejado, escuchó de inmediato que sus compañeras empezaron a regañar a las que se atrevieron a hablarle y que lo arruinaron. Mujeres locas.

—Shippo, veo que te curaron así que todo bien, pero, ¿Esas mujeres te dieron algo de comer?

La pregunta tomó de sorpresa al pequeño demonio—¡Ah! Si, estaba hambriento... muy hambriento.

Inuyasha hizo una mueca y sacó una porción de comida, envuelta en un trapo para no manchar su ropa—Te había... guardado algo de la cena. Se lo robe al tonto de Miroku cuando no veía. Si no lo quieres pues-

『 𝗕𝗢𝗢𝗞 𝟭: 𝖥𝖮𝖱 𝟥 𝖸𝖤𝖠𝖱𝖲 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora