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Inuyasha y Miroku conversaban alejados del grupo de hombres, aprovechaban mientras enterraban a sus camaradas que habían sido asesinados por el ogro de hace rato.

—Vamos Inuyasha, si vinieron a buscarte, incluso sacrificando sus vidas, debe ser algo muy serio.

El hanyou lo analizó, mientras tenía a Shippo en sus brazos. Seguía dormido, ya habían puesto las últimas vendas y hiervas que le quedaban sobre su herida, esperaban que se curará pronto gracias a su naturaleza de demonio puro, pero siendo todavía un cachorro el proceso sería más lento.

—¿Qué crees que sea? Me impresiona que sepan mi nombre.

Miroku sonrió de lado—Ay amigo, estuvimos en una larga aventura cuando Naraku vivía. Quizás las personas que ayudamos en el camino esparcieron rumores sobre ti.

Inuyasha miró a otro lado y Miroku continuo con el tema importante.

—La única manera de saber que pasa, es ir con ellos. Dijeron que toda la familia, la gente de su pueblo, también corre peligro. Tal vez sea alguna maldición.

El peli plata lo observó—Realmente me refería sobre porque a mi, no es normal que le pidan ayuda a un mitad demonio. Esta gente, viene de familias nobles... 

—¿Piensas que te harán alguna trampa?

Inuyasha frunció el ceño. Miroku rascó su cabeza en modo pensativo, no estaba tan seguro o quizás era la costumbre de que también era llamado para estas ocasiones o que siempre era acompañado por el grupo y la naturaleza de Inuyasha pasaba a segundo plano.

—De todos modos, creo que no sería malo ver que sucede. ¿Verdad?

—Entonces, ¿Iremos? ¿Estás seguro?—preguntaba con sorpresa el monje.

Inuyasha asintió—Ella no está aquí, pero, iría sin importarle, en cuanto pueda ayudar en lo que sea... sería suficiente.

Miroku comprendió, sonrió ante los recuerdos. La señorita Ahome siempre iría a ayudar a las personas necesitadas incluso si Inuyasha se negaba, pero al final, esa peleas ya no era tan constante y su amigo se disponía a proteger a la gente que corría peligro en batalla.

Inuyasha finalmente se acercó al soldado que le habló una hora antes, parece que ya habían terminado de enterrar a sus compañeros.

—¡Señor Inuyasha! ¿Entonces, nos acompañará? ¿Qué es lo que ha decidido?—Ilusionado mirando al peli plata.

El hanyou se tenso un poco pero luego suspiró y dijo firmemente—Iremos a ver que sucede, ayudaremos en lo que podemos.

La cara de alivio de los soldados se notó de inmediato, como si les hubieran dicho que se iban a salvar. Uno de ellos ofreció su caballo, pero Inuyasha lo negó,  prefería correr, pero si lo uso Miroku para llevar a Shippo en sus brazos. Sin más demora, la tropa junto a Inuyasha, Miroku y un Shippo dormido partieron a las Tierras de este tal príncipe Arata.




『 𝗕𝗢𝗢𝗞 𝟭: 𝖥𝖮𝖱 𝟥 𝖸𝖤𝖠𝖱𝖲 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora