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Estos fueron los tres años en tu espera, teniendo la esperanza de volverte a ver algún día. Sintiéndose vacío por el hecho de que no está a su lado, sin embargo no fueron años exactamente donde solo tuvo estar pendiente a que ella regr...
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Habían pasado 5 días exactamente, entre su viaje siempre se encontraban con algún demonio molesto que era derrotado enseguida por Inuyasha, sin ni siquiera tener uso de su Colmillo de Acero. Miroku había propuesto vender parte de los cuerpos de los demonios a otros exorcistas o curanderos que encontrarán en el área. Inuyasha no dijo mucho al respecto.
Pero siempre Miroku le daba la mitad de las ganancias.
—Se supone que ahorras para tu boda, ¿Qué haces?
—Nop, nada de eso Inuyasha, no intentes regresarlo. Es mi manera de agradecerte que hagas esto amigo mío.
Inuyasha observó la pequeña bolsita con el dinero dentro y suspiró, lo guardo entre sus ropas. Shippo salto hacia el hombro de Miroku.
—¿Y para mi?
Aunque pareciera no creíble (o tal vez si), Shippo ha ayudado bastante, siendo distracción para los demonios siendo de carnada o con uso de hechizos de zorro mágico. El pequeño no había vuelto a ese lugar donde entrenaban todos esos Zorros demonios para llegar a ser un fuerte demonio a futuro. Inuyasha no quiso preguntarle porque no iba, era un Youkai puro después de todo y tenía la oportunidad de explorar más sus poderes.
Miroku le sonrió y le dio algunos centavos, Shippo feliz agradeció porque podría comprarse un dango en alguna tienda en el camino.
Siguieron su camino hasta que el sol empezó a ponerse a la distancia, acamparon e Inuyasha cazó un cerdo salvaje que deambulaba por ahí.
Después de un rato, Inuyasha podía escuchar los ronquidos de Miroku, ya se había dormido. Mientras el, seguía viendo la fogata frente suyo. Alzó la mirada y giró su cabeza hacia el bulto en el pie de un árbol. Shippo se movía incómodo en su lugar.
¿Algún sueño?
Se acercó y vio que efectivamente que el cachorro no la estaba pasando bien. Parecía que estaba teniendo alguna pesadilla. El niño se despertó al instante y se quedó mirando a Inuyasha.
—¿Qué sucede?
Shippo no respondió y bajo la mirada. Inuyasha suspiró. Se sentó a su lado y se fijo nuevamente en la fogata. Ese mensaje era suficiente para el pequeño que fue hacia sus brazos para empezar a dormir con más tranquilidad.
No era la primera vez que sucedía, en la aldea muchas veces Shippo lo buscaba a la mitad de la noche en el árbol sagrado para dormir con más tranquilidad y no tener esos sueños que lo aquejaban. Inuyasha nunca le decía nada, pero estaba su compañía y era suficiente para el pequeño.
Cerró sus ojos para dormir antes de que el amanecer llegará otra vez.
