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Lo primero que Inuyasha vio fue el cielo, justamente en el amanecer. Se percató que estaba tirado boca arriba sobre el suelo, jm, vaya, recuerda poco de lo que sucedió después de que se rompiera el limbo. Tosió un poco, la sangre la sentía fuertemente en su paladar, el sabor metálico que detestaba pero que le decía que seguía vivo. Como pudo levantó su mano donde tenía agarrada su espada, el colmillo de acero había vuelto a su forma normal mientras desprendía humo. Uso mucho de su energía y la verdad estaba muy cansado.

—¡Inuyasha!

Volteó su mirada hacia Shippo, no había escuchado que este lo estaba llamando hace varios segundos. Trató de incorporarse, cuando lo hizo pasó su brazo sobre su costado herido, gruñó un poco.

Shippo por su parte estaba feliz que Inuyasha estuviera vivo y que al parecer no le pasó nada por absorber el poder demoníaco.

—¿Estás bien? ¿Shippo?—preguntó Inuyasha algo ronco.

El pequeño asintió, pero luego se mostró alarmado, señaló hacia el otro lado—Miroku, está...

Inuyasha temió que el hombre estuviera en mal estado, pero cuando vio al comandante también incorporarse un poco del suelo este se encargó de ver si el monje estaba bien.

—Está bien—comentó Hisoka viendo que el hombre estaba desmayado todavía con algunas manchas de sangre bajo su nariz.

—Que alivio...—fue lo que dijo en un suspiro Shippo, ante esa preocupación menos, trato de ver su entorno—Hemos vuelto. El limbo ya no está.

El hanyou alzó su mirada, donde rayos del sol del amanecer repasaron sobre su rostro. Escuchó a la gente dentro del castillo, habían vuelto también, ellos estaban bien, nadie había salido herido.

Cuando volteó su mirada hacia ese lugar, mostró algo de sorpresa y por inercia sujetó más fuerte su espada incluso si esta no llegaba a transformarse. Shippo se dio cuenta de su actitud cuando miró hacia el mismo lugar que Inuyasha se espantó y se ocultó tras él.

Hisoka se levantó de golpe también cuando lo vio a él, el príncipe, el primer heredero de estas tierras.

—Eiji... —Llamó incrédulo mientras veía el espectro de aquel muchacho que vio crecer. Ya no tenía esa aura contaminada, ahora tenía su antiguo aspecto antes de que se fuera a esa guerra. Pero era transparente.

El fantasma de aquel muchacho que estaba arrodillado en el suelo observó su entorno. Su antiguo hogar, donde estuvo con vida. Miró sus manos poco después. Ya no había esa euforia de querer aniquilar, de odiar. La voz de esa entidad tampoco estaba. Había sido salvado.

En otro extremo, Arata también despertó, su hermana por igual, los dos se dieron cuenta que estaban de vueltas. Mei se percató primero de su hermano mayor.

『 𝗕𝗢𝗢𝗞 𝟭: 𝖥𝖮𝖱 𝟥 𝖸𝖤𝖠𝖱𝖲 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora