CAPITULO 30

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 Llegaron a la comisaría, ahí estaba Nicolás Los llevaron a una sala, a declarar.
-Entonces niños ¿cómo ocurrió esto? –preguntó el policía. Dulce levantó la mano como si estuviera en el colegio. –señorita…
-Mi novio y yo caminábamos tranquilos, y él se acercó con dos chicas de la escuela a molestarnos, me dijo cosas horribles, y ahí comenzó todo –dijo ella –luego comenzó a golpear a Ucker en el suelo –dijo indicando a su novio –y me lancé sobre él, me dio un codazo y bueno, ahí llegaron ustedes.
-Pero él comenzó –dijo Nicolás mirándonos con odio.
-Tú la llamaste puta. –replicó Ucker con odio.
-Es lo que es –dijo Nicolás fulminando a Dulce con la mirada. Ella no lo miró.
-Jóvenes, es suficiente –dijo mirándolos a ambos. –bien, ustedes dos se pueden ir –dijo indicando a Ucker y Dulce -no quiero verlos en algo así otra vez –ambos asintieron –en cuanto a ti, te quedas dos horas, por no
mostrar respeto. Nicolás hizo una mueca de enfado. Ucker tomó de la mano a Dulce  y como pudo caminó hasta afuera.
-Amor, llamaré a Poncho por si puede venir por nosotros –dijo Ucker a Dulce asintió. Poncho pasó por ellos, se preocupó bastante por Ucker  luego los dejó en casa de Ucker. Mabel su madre, escandalizó bastante al verlo llegar
herido, pero Ucker la tranquilizó diciéndole que estaría bien. Mabel lo regañó por ponerse a pelear en la calle. Pero Dulce la tranquilizó contándole todo. Los dejó por fin solos, porque su novia se ofreció para cuidarlo.
-Siento esto –dijo Ucker
-Yo lo siento Chris  fue Nicolás … no debí haberme metido con ese imbécil –dijo ella rodando los ojos.
-No te preocupes linda, ya pasó –sonrió. –mañana es tu cumpleaños, y estaré todo magullado –dijo frunciendo el ceño.
-Pero estarás conmigo, después de muchos cumpleaños, esta vez, eres oficialmente mi novio –ambos sonrieron. –no sé como no me di cuenta antes.
-Quizás porque me comporté como un tonto –dijo Chris –intentando aparentar algo que no era. Pero ya no importa, estoy contigo y me transformé en un cursi –ella sonrió y le besó cortamente los labios. -¿te quedarás conmigo?
-Sí, apenas sean las doce, seré mayor de edad y podré hacer lo que quiera – Christopher soltó una risa.
-Muy madura –dijo Ucker rodando los ojos. Ella se río.
-Bien –dijo ella –sácate la polera. – Chris la miró sorprendido, prácticamente se le salieron los ojos. Sintió un calor recorrerle todo el cuerpo. Pero ella comenzó a reírse –no seas pervertido Ucker solo veré que tal están esos
golpes –dijo rodando los ojos.
-Graciosa –dijo Christopher mientras se quitaba la polera. Se recostó mientras ella miraba su abdomen. Intentó concentrarse y no parecer perturbada en absoluto con el torso desnudo de Christopher.
-Eso se va a poner más feo ¿los ineficientes médicos no te dieron ninguna crema o algo así? –preguntó ella arqueando una ceja. Ucker sonrió, mientras su mano iba a la mejilla de ella.
-Me dieron unas pastillas por sí me duele demasiado –contestó Chris
-Traeré hielo -dijo ella. Se levantó, Ucker la observó salir de su habitación. Sonrió triunfante, le encantaba que se preocupara por él. Se sentía completo, todo parecía mil veces mejor. Ella volvió con tres bolsas de hielo de
diferentes tamaños. –bien, ponte esta en el estómago, justo donde terminan las costillas.
-Pero está fría –protestó Ucker. Ella arqueó una ceja, y le sonrió coqueta. Ucker se mordió el labio cuando ella se acercó a él de manera sensual. Lo iba a besar, hasta que Ucker gimió, pues ella había puesto la bolsa de hielo en su
estómago. -¡AH! –chilló mientras cerraba los ojos –loca –dijo fulminándola con la mirada, ella sonrió divertida. –tramposa.
-Lo siento, eres muy terco bebé –dijo mientras tomaba otra bolsa de hielo y la ponía bajo su ojo.Christopher cerró los ojos. –es para que no se vean tan mal mi amor –le dijo con dulzura
-Eres una dulzura –dijo él irónicamente –está muy frío el de mi panza, quema.
-Lo siento, realmente es por tu bien –el suspiró frustrado. -¿qué hora es?
-Diez y media –dijo Ucker
-Avisaré a Mayra que me quedo aquí –dijo ella mientras tomaba el celular
-A tu madre –corrigió Ucker
-Lo que sea –dijo ella rodando los ojos. Ucker suspiró. La madre de Dulce le permitió quedarse con Christopher, claramente, era mejor para ella, podía estar con Mauricio tranquila. –bien, me quedo contigo –dijo dándole un suave beso en los labios.
-Me gusta la idea –dijo Ucker–mucho hielo por hoy –se sacó el hielo de su panza, lo dejó sobre la mesita de noche, ella dejó el que le tenía en la cara también –ven acá preciosa –ella se recostó, abrazando con mucho cuidado
a Ucker. Sus manos se entrelazaron casi por acción propia. –el día que… -Ucker comenzó a hablar de pronto –el día que te vi los cortes… bueno, antes de eso… ¿te diste cuenta de lo que hicimos? –preguntó Chris mientras miraba el techo.
-Uhm –ella se sonrojó de inmediato –fue algo… extraño.
-Fue mejor que no pasará –contestó Ucker Ella frunció el ceño.
-¿Por qué? –preguntó
-Porque… -se sentó para poder mirarla a los ojos –no quiero que seas una más de las otras, digo, no quiero que sea algo de locura del momento… ¿entiendes –ella sonrió –tu primera vez debe ser más que eso…
-Eres un cursi –dijo ella mientras miraba con ternura esos ojos azules que la volvían loca –pero no me interesa donde ni cuando Ucker, si es contigo, está todo bien.
-¿Estás segura? –preguntó Chris –digo, debes estar muy enamorada para hacerlo y… -ella le tomó las mejillas de forma muy cuidadosa.
-Estoy segura de que te amo –dijo ella mirándolo a los ojos. Christopher la miró embobado.
Se acercó lentamente a sus labios y cerró los ojos. Ese beso fue diferente, algo cambió, algo que ninguno de los dos notó. Sus labios se movieron suavemente, disfrutando el momento. Pero la puerta se abrió y ambos se separaron de golpe.
-¡Perdón! –la voz de Mabel hizo que ambos soltaron una risa nerviosa. Ella los miró con sorpresa, Ucker estaba sin camisa.
-No me mires así –dijo Christopher–no es lo que crees, estaba poniéndome hielo.
-Uff… creí que… -Mabel rodó los ojos –no importa, Christop, ven un momento lindo. -Dulce les sonrió. Chris le dio un beso en la frente y salió de su habitación, cerrando la puerta. Ella se sentó en la cama de Ucker, su piel estaba erizada, sus manos temblaban. Algo sucedía, algo había cambiado entre ella y Christopher, no sabía que muy claramente, pero sabía que era importante. Recordó lo que Christopher habló sobre su primera vez, y sonrió. Ella ahora sabía lo que quería. Antes le parecía un tema tan lejano, no se entregaría a cualquiera. Pero ahora le parecía la mejor idea del mundo. Era algo así como ¿destino? Quizás, pero sabía que Christopher era ese “indicado”. No le interesaba lo que el
hubiese hecho antes. Eso era pasado, Christopher era su presente, su ahora. Le seguía dando vueltas en la cabeza la conversación con Christopher. De alguna manera, sabía que ocurriría tarde o temprano, y con él. Quizás ahora se estaba
dando cuenta que estaba lista.

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