CAPITULO 5: Apuesta Cumplida

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Christopher  observó a la maestra Smith entrar.
Llevaba una ajustada falda que le llegaba un
poco arriba de la rodilla, una blusa algo
escotada que se ajustaba a su curvilíneo
cuerpo, el cabello tomado en un moño algo
desordenado, sus lentes, y brillo labial en sus
carnosos labios. Sonrió, hoy sería el primer
paso.
-Bien chicos, saquen sus libretas,
comenzaremos con algo de ecuaciones -Christopher
no escuchaba mucho lo que decía, miraba su
trasero moverse al compás de sus caderas
cuando caminaba, imaginó lo bien que se
sentiría tocarlo y sonrió. Alfonso le dio un codazo,
moviendo las cejas. Ucker sonrió satisfecho, ya
sabía que hacer. Se dedicó a molestar a Alfonso,
quien lo regañó un montón de veces, no puso
atención y no contestó las preguntas. -¡Uckerman!
Se acabó, hoy te quedas hasta las cuatro en
castigo, te espero en mi oficina ¿escuchaste? -Christopher asintió, pareciendo arrepentido, pero
cuando nadie más le puso atención y la
profesora Smith lo fulminó con la mirada, él le
guiñó un ojo, haciendo que la profesora Smith
se sonrojara. Sonrió satisfecho, hasta que sonó
el timbre de salida.
-Te veo mañana, disfruta el castigo -dijo Poncho
lanzándole una mirada divertida a Ucker.
-Claro, te veo -dijo  sonriendo.
-Ucker, camina conmigo por favor -dijo la
profesora seriamente, él asintió. Caminó
tras de ella, mirando descaradamente su
trasero. Sonrió, si todo resultaba bien, quizás
hoy cumpliría la apuesta. Miró en su mochila si
llevaba preservativos, las emergencias siempre
lo requerían. Sonrió, allí estaban. Si su plan
resultaba favorable, hoy la tendría en sus
brazos, en el peor de los casos, debía esperar
unos días.
Llegó a su oficina, era amplio y acogedor, tenía
las paredes pintadas de blanco, le daba
luminosidad al lugar. Colgaban cuadros de
artistas famosos, había una estantería llena de
libros, la mayoría matemáticos. Había un
escritorio en el que había una foto de la
profesora y una niña pequeña... ¿tendría una hija? Lo averiguaría, quizás eso podía
complicarle las cosas.
-Toma asiento -dijo ella seriamente. Se quitó
la chaqueta, pues la oficina realmente estaba
algo calurosa. Se sentó en el asiento, un poco
inclinada, mientras revisaba algo en su laptop.
Miró su escote y sonrió.
-Profesora, por favor, no sea tan severa -pidió evitando reírse.
-Te he hablado muchas veces para que te
comportes. -dijo ella seriamente -y nada
pasa, ¿qué está mal contigo Uckerman?
-Dígame Ucker-dijo el mientras se echaba en
la silla y cruzaba sus piernas.
-Bueno, Uckerman ¿pasa algo? -preguntó ella -no
tienes malas calificaciones, pero tu
comportamiento me sofoca.
-¿Mi comportamiento? -preguntó  -¿yo la
sofoco? -sus palabras iban claramente en
doble sentido, la profesora se avergonzó un
poco.
-Claro que tu comportamiento me aburre, eres
muy terco -dijo ella -ahora, saca tu cuaderno
de matemática -ordenó. El asintió, el plan iría
lento para que resultara, tenía una hora para
hacerlo, y lo haría, estaba seguro.
-Bien -dijo él. Ella le habló de unos ejercicios y
mientras el lo realizaba, ella lo miraba de reojo.
Nunca se había sentido tan nerviosa e
incomoda con un alumno, mucho menos uno
doce años menor que ella. Incluso había
sobrevivido a los acosos de los universitarios.
-no entiendo esto. -dijo . La señorita Smith estaba parada viendo por la ventana, se
acercó al lado de él y se agachó un poco
para ver de que se trataba. Christopher sonrió
coquetamente, mientras ella hablaba y
hablaba. Veía su escote claramente.
-¿Entendiste? -  negó con la cabeza. Ella
suspiró fuertemente.
-Necesito una profesora mas dedicada -
se levantó bruscamente. Ella se sintió muy
nerviosa y cohibida -no sé si me entiende.
-No Uckerman, no te entiendo -dijo ella
-Alguien más... cercano -susurró UCKER con
voz ronca y sensual. La profesora
avergonzada, había caminado de espaldas a la
pared por inercia, mientras Christopher se le
acercaba. -Alguien que pueda enseñarme más
personalmente -susurró cerca de su oído.
-Uckerman , vuelve a tu asiento -dijo ella
intentando sonar firme, pero la voz que soltó no
resultó para nada bien. La mano de Christopher
ahora estaba en su cintura. Estaban cerca de la
puerta, por lo que usó su otra mano para poner
el seguro.
-No quiero que nadie interrumpa mi educación
-dijo muy cerca de sus labios. Emma Smith lo
miró casi con miedo, pero en realidad, la
situación la tenía al borde.
-Uckerman, vuelve a tu... -entonces sin decir
nada, bruscamente le dio un beso en la boca,
apegándola a su cuerpo, mientras su otra
mano recorría descaradamente. En un principio, ella se resistió, pero
ante cada toque del muchacho, cedió
lentamente... Ahora podría usar su
moto cuando el quisiera, esa moto que Alfonso
cuidaba con recelo y nadie era merecedor de
usarla.
Mientras se abrochaba los pantalones, y
Emma acomodaba la oficina, a su mente vino
ella, Dulce Maria, la chica de sus sueños.
Repentinamente se sintió mal, cuando le
contara, la voz de ella sería de decepción.
- -Las veces que quiera, señorita Smith -dijo él.
Miró el recuadro que ella recogía del suelo -¿es
su hija?
-Es mi hermana pequeña -dijo ella. Christopher
respiró con alivio, se acercó a ella.
-Si mis castigos serán así de buenos, creo que
me portaré mal -dijo él sensualmente mientras
capturaba los labios de la mujer bruscamente.
Salió de la oficina, compuesto, como si
nada realmente hubiese pasado. Sonrió otra
vez, con orgullo y satisfacción. Caminó
dirigiéndose a su casa, pero decidió pasar donde su amiga, necesitaba descargar su ira, ahora o nunca, tenía que recriminarle no haberlo esperado para ir al colegio.
Tocó el timbre.

FAll IN Love || ʋօռɖʏ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora