CAPÍTULO 22

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Ucker se levantó y en menos de un segundo estaba preguntándole al médico. Su corazón estaba acelerado, sus manos temblaban y sudaban. No podía imaginar que algo le pasara a su pequeña, a la chica que amaba con locura.
-Bueno, necesito hacerles unas preguntas –dijo mirándolos fijamente –primero ¿eres su
novio? –preguntó el médico.
-Sí –dijo Nicola con firmeza.

Marcos y Poncho intercambiaron miradas.
-¿Y ellos? –preguntó refiriéndose al castaño y al moreno.
-Amigos –contestó Ucker
-¿Estaban con ella? –preguntó
-No, solo yo, bueno en realidad no estaba tan cerca de ella… nosotros habíamos… -Ucker
dudó –tenido una pelea, y ella estuvo charlando con otra gente.
-¿No sabes si consume drogas?
-Ella no, pero sospecho que algo le hicieron en
esa estúpida fiesta –dijo con un tono claramente de enfado. El médico asintió como
entendiendo todo.
-Los exámenes arrojaron que la sangre estaba
alterada por alcohol y la comúnmente llamada
éxtasis, una droga muy popular entre los jóvenes –dijo seriamente. Ucker asintió
apretando los puños con ira. –por lo que arrojaron los exámenes, tomando las medidas y cantidades usuales de cada pastilla, ella habría ingerido dos o tres –dijo seriamente –algo grave, agregándole que la chica no suele consumir drogas, la mantendremos en
observación, no le ha pasado nada muy grave a ella, pero es mejor observarla. –Ucker asintió y lanzó un largo suspiro. –mañana si las cosas
salen bien, le daremos el alta alrededor de las doce del día.
-¿Puedo quedarme aquí cierto? –preguntó Uckerman
-Claro, puede verla. Está en la habitación C512 del segundo piso. Es privada, por lo que hay un pequeño sofá si lo necesita –Ucker asintió.
-¿Te quedarás? –preguntó Marcos. Ucker  asintió.
-Christopher podemos venir temprano y… -Poncho
comenzó a proponer la idea pero Ucker  negó inmediatamente.
-Ya oyeron, hay un sofá, así que me quedaré aquí. Vayan con los chicos y cuéntenles,
¿pueden venir mañana por nosotros? –Poncho asintió.
-Claro –dijo seriamente.
-Bien. Gracias por todo, son lo mejor –ambos sonrieron. Los chicos se marcharon, y Ucker
inmediatamente subió. Entró a la habitación, allí estaba ella. Estaba con suero, y dormía
profundamente. Sonrió, su expresión de paz y su belleza seguían ahí. Se acercó a ella y pasó con delicadeza el dedo por su frente, bajando por su nariz, acariciando sus mejillas y tocando sus labios con delicadeza. Maldijo al imbécil de Nicolas por hacerle esto. Pero ahora no importaba él, si no ella. Tomó su mano y
entrelazó sus dedos con la suya. ¡Que hermoso
sería poder tomarla de la mano cada día pero no como un amigo más! Suspiró, quizás ella se diera cuenta de que Ucker era capaz de todo
por ella.
Ucker se sentó en el sofá. Sus ojos casi no se podían mantener abiertos, el sueño lo estaba venciendo. La observó unos minutos más.
Volvió a ponerse de pie, le besó la frente con delicadeza. Miró sus labios ¿y si lo hacía? Ella
estaba sedada, probablemente no se percataría de nada, y bueno, no era algo así como
aprovecharse ¿no?

Se agachó levemente, y presionó sus labios con los de ella. Eran suaves, pero estaban fríos.
Cerró los ojos un momento. Luego se separó de ella con una leve sonrisa.
-Buenas noches mi amor –susurró.

Se recostó en el medianamente cómodo sofá y
rápidamente se quedó profundamente dormido. No pensaba dejarla sola, no lo haría.
Así que a la mañana siguiente, ella abrió lentamente los ojos. Le dolía el cuerpo y la cabeza, sobre todo esta última. Era como mil taladros resonando en su cabeza, le costaba
abrir los ojos. Entonces se vio en un lugar desconocido. Un techo perfectamente blanco,
en una cama, no una… ¿camilla? Con mantas
perfectamente blancas y limpias. En su brazo, una aguja. ¡Ugh! Como las odiaba. ¿Qué había pasado? No recordaba nada. Volteó un poco y
vio algo que la tranquilizó pero a la vez la preocupó. Ucker dormía, se notaba algo
incómodo en el pequeño sofá, pero aún así, sea lo que sea que haya pasado, estaba con ella.
Sonrió. Algo como cosquillas pasaron por su estómago, al verlo allí, su cabello cayendo por su frente, sus labios entreabiertos se veían
irresistibles. Un momento ¿ella estaba pensando eso? Suspiró. Ucker se removió un poco en la incómoda posición en que estaba.
Entonces abrieron la puerta. Una enfermera le sonrió al verla despierta.
-Buenos días señorita Dulce Maria -dijo la enfermera.
-Hola –dijo ella. Su voz sonaba extraña -¿podría usted explicarme porque estoy aquí?
-Claro –dijo la enfermera mientras revisaba unas máquinas, le tomaba la presión y un montón de cosas. –tuviste una pequeña sobredosis de alcohol y éxtasis –dijo
seriamente. –según tu novio, fue algo mal intencionado de terceras personas.
-¿M-mi novio? –preguntó. ¿Nicolas había estado
aquí?
-Sí, el insistió en quedarse, aunque se ve bastante incómodo, tienes una suerte enorme de tener un novio así –dijo la enfermera con una sonrisa –iré a hablar con el médico, evolucionaste bien, así que creo que podrás ir a
casa.
-Gracias –dijo ella algo confundida ¿por qué pensaría que Christopher era su novio? ¿Sobredosis?
¿Qué rayos estaba pasando?

Ucker  se movió un poco más y abrió los ojos.
Recordó de inmediato donde estaba y se sentó.
El cuello le dolía por la mala posición para dormir. La cabeza también le dolía, pero no interesaba. Miró hacia donde estaba Dulce, y sus
miradas se encontraron. Esta vez, algo había cambiado, algo que Ucker no había notado,
pero ella sí.

Esa mirada, esos ojos  azules
le habían producido un escalofrío en todo el cuerpo, casi no podía sostenerle la mirada.
-¿C-cómo te sientes? –preguntó Ucker algo nervioso. Ella lanzó un suspiro.
-Me duele demasiado la cabeza –dijo ella entrecerrando los ojos y frunciendo el ceño –y
el cuerpo…
-Lo siento tanto pequeña, debí cuidarte mejor
–Dijo Uckerman mientras se acercaba a ella.
-¿Qué pasó? Explícame bien, Ucker –pidió ella.
-Quizás es mejor que te explique en casa, princesa –susurró el algo preocupado por su delicado estado de salud.
-No –dijo ella seriamente. Siempre tan terca, pensó Ucker . –ahora.
-Bueno, pero debes estar relajada –ella asintió.
–Luego de nuestra… discusión ¿recuerdas? –ella asintió dolorosamente. Nunca alguna de las palabras de Ucker había dolido tanto en su pecho –te emborrachaste con Nicolas, y creo que el muy estúpido… -ella arqueó una ceja –te echó pastillas de éxtasis en el trago.
-¿Q…qué? –dijo ella sorprendida y algo dolida
-Luego estaba aprovechándose de ti, tú estabas muy… bueno drogada y borracha, solo le seguías la corriente, los encontré casi teniendo relaciones y nos golpeamos –dijo indicando su labio roto. –te traje aquí porque comenzaste a tener taquicardia, sudabas y
vomitabas. Vinimos con Marcos y Poncho –dijo
Ucker . Ella lo miraba atónito –y bueno, decidí quedarme aquí, no quería dejarte sola. –ella sonrió, pero a la vez sus mejillas tomaron uncolor rojizo. Ucker  sonrió algo confundido, pero le gustó mucho ver que su amiga se sonrojaba, por él.
-Estoy muy… confundida, pero… gracias Ucker , y quiero que me perdones por haber pensando
semejante estupidez de ti… -Ucker  se acercó a
ella y negó.
-Está bien, soy un mujeriego, un ******* que se acuesta con cualquiera, tenías derecho a dudar de mí –dijo el
-No, ahora sé que jamás me harás daño –dijo ella con una sonrisa. Ucker le sonrió también.

Justo en ese momento entró el médico. Luego de una charla, un montón de recomendaciones, le dieron de alta. Poncho pasó a buscarlos.
Charlaron más , había que mantener la mente ocupada.
-No vuelvas a asustarme así –le susurró Uckerman al oído. Acto seguido, le besó la frente.
-Te quiero –dijo ella mientras entrelazaban sus manos.
-Yo también a ti –dijo Uckerman sonriendo. Poncho
miró por el espejo y sonrió. El definitivamente
notó que algo había cambiado. Para bien, totalmente.

FAll IN Love || ʋօռɖʏ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora