CAPITULO 4

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Christopher abrió los ojos y sintió un horrible dolor de
cabeza. Miró a su alrededor, y se encontraba
en una pieza rosada. ¿Dónde rayos se había metido? Entonces, sintió una respiración que no era la suya. Miró a su lado, vio un delgado cuerpo tapado hasta la mitad de la espalda con la manta, y el cabello rubio sobre la almohada. Recordó entonces a Sandra. Otra vez se había acostado con ella.
En silencio, buscó su ropa y se vistió. Salió callado de la habitación, sin despertarla. Buscó sus llaves y encendió su auto. El día estaba
nubloso, especial para su estado de ánimo. Repentinamente, a su mente llegaron las imágenes de Dulce y Nicolás besándose. Ahora no era el dolor de cabeza, era el dolor en el pecho, ese vacío en el corazón. Golpeó el volante del auto, y las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas.
-¡La odio! -se dijo a si mismo -la odio por hacerme amarla.
Ni siquiera un revolcón con Sandra lo podía hacer olvidar el beso que su amiga le dio a ese imbécil. ¿Qué tenía ese estúpido? Nada, era un completo *******. Bruscamente se limpió las lágrimas de las mejillas. No quería seguir
llorando por ella, quizás no valía la pena.
-A quien engaño, ella vale todo -susurró para si mismo -pero tengo que resignarme, ella no
es para mí. Suspiró y manejó hasta su casa, pasando
frente a la casa de ella. La ventana de su dormitorio estaba abierta, probablemente estuviese haciendo los deberes o algo así.
Pero estaba sentada, leyendo un libro.
Aunque la concentración no era demasiada,
recordando el sabor de los labios de Nicolás.
Sonrió, era un chico agradable, simpático, y
muy tierno. Le gustaba, y eso que hace mucho
no le gustaba un chico. Nicolás era ideal. Aunque
seguía enfadada pues Christopher la había dejado,
aunque se fuese con Nicolás, ni siquiera le
preguntó. Se había ido a revolcar con la hueca
de Sandra. Christopher, no tenía solución, pensaba
ella. Esperaba que algún día se enamorara de
alguna chica, pero lo dudaba, dudaba que el
amor tocara la puerta de la casa de Christopher,
porque él no lo permitía. El espantaba a las
chicas buenas, por ser un maldito casanova.
Rodó los ojos, solo esperaba que no terminara
pegándose el Sida.
El lunes siguiente, ella terminó de arreglarse el
cabello. Se había tardado más de la cuenta,
quizás el motivo era que vería a Nicolás en la
escuela, y le emocionaba, tenía que verse
hermosa, o bueno, lo que pudiese.
Tocaron el timbre de su casa, miró la hora, era
tardísimo. Probablemente Chris viniera a
buscarla. Bajó corriendo las escaleras, tomó su
bolso, se despidió de su madre, pero su sorpresa fue mucha cuando unos ojos
verdes la miraron, y no eran los de Christopher.
-¡Nicolás! -susurró emocionada.
-Quise pasar a buscarte ¿no te molesta? -preguntó el con dulzura. Ella negó. Así que
subió al auto con Nicolás, se marcharon a la escuela.
Mientras tanto, Christopher salía de su casa,
preguntándose porque no lo había ido a apurar
como cada día. Al salir de su casa, caminó un
poco y la vio subiéndose a otro auto. Cuando
vio al propietario del auto sonreír ampliamente.
Era él, Nicolás.
-¿Y ese qué se cree? -preguntó enrabiado.
Tuvo que caminar solo para irse a la escuela,
iba demasiado enfadado, la rabia lo cegaba.
Pateó tres piedras, una tan fuerte que golpeó a
un pobre perro, víctima de su ira. Intentaba no
llorar, sería patético llegar llorando, su
reputación caería bruscamente. Entró al
colegio, y se encontró con Christian, uno de sus
mejores amigos.
-Hola Ucker -saludó sonriente.
-Hola -dijo algo desanimado.
-¿Pasa algo hermano? -preguntó Chris
preocupado.
-No, no pasa nada -dijo -solo que dormí mal, eso es todo.
Caminaron hasta el salón, pues les tocaba la
clase juntos. Se sentaron en sus asientos,
mientras esperaban a que el profesor llegara.
-Así que Dulce ahora tiene novio -comentó
Christian. Christopher se preguntó si no había alguna otra
persona de la que hablar que no fuera ella o el
imbécil con el que estaba.
-Creo, no sé. -dijo
-Espero que sea un buen tipo, Dulce lo merece,
es una chica genial -dijo Christian. Ucker asintió,
sí, ella era perfecta.
- Espero -dijo Ucker.
-¿Y ya cumpliste la apuesta con Poncho? -Ucker
recordó entonces la apuesta, necesitaba tirarse
a la profesora.
-No, hoy comienza el plan de conquista -dijo curvando sus labios en una sonrisa.
-Ten cuidado, o ella se quedará sin trabajo por
tirarse a uno de sus alumnos -dijo Christian
divertido.
-Lo disfrutará -dijo seguro de si mismo.
Christian asintió divertido, mientras Christopher no prestó
atención a la clase de Literatura. Pensaba en
ella... aún, en cómo sin siquiera avisarle, se
había ido con otro a la escuela. Quizás las
cosas comenzarían a cambiar desde ahora,
debería acostumbrarse.
En el almuerzo, dio una mirada a la mesa
donde usualmente estaba Dulce y Anahi, pero
solo estaba Anahi sola, comiendo algo distraída.
Miró a su alrededor y en otra mesa estaba ella
con él, divertidos charlando, riéndose,
coqueteando y tomados de la mano. Ese apretón en el pecho vino otra vez.
-Hola Ucker-una aguda voz lo sobresaltó.
Sandra le besó la mejilla.
-Hola -dijo algo brusco.
-Hola Ucker -la voz de una de las porristas del
equipo, lo distrajo. Amy lo miró coqueta,
también se había acostado con ella.
-Hola -fingió una sonrisa. Estaba distraído de
las superficiales conversaciones de las chicas,
Alfonso jugaba con Christian, mientras Marco también
estaba sumido en sus pensamientos. Christopher
suspiró, viéndola como se acercaba a él
coquetamente.
El día había sido un fiasco, estaba harto. Pero
llegó la hora de matemática, lo que había esperado.

FAll IN Love || ʋօռɖʏ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora