Capítulo III; odore capulus.

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Llovía tan fuerte ese día que era difícil para las personas salir de casa, ese día las calles se encontraban solas, la temperatura iba en descenso, haciendo juego con la magnífica neblina, todo parecía congelarse, hasta el tiempo, iba de acorde al clima, cuando el sol se ocultaba, las personas parecían menos motivadas a salir de casa, no obstante, ahí estaba él.

Un metro ochenta y dos, un joven mestizo entre coreano y ruso con ojos rasgados, un lunar en su mejilla y un rostro dulce para su imponente figura atlética, cabello castaño y con una piel tan nívea como la nieve brillando sobre los árboles como escarcha, un físico sin nada que envidiar pero que se volvía sublime al sonreír con una amabilidad palpable y honesta. No había nada de maldad en el hombre de veintitrés años.

Había vigilado de cerca aquel envase desde hacía meses, notando lo noble de su actuar, su gran favoritismo por las artes y la forma en la que expresaba sus sentimientos con el más mínimo movimiento reflejado como un paso de alguna coreografía; ese chico no parecía temerle a lo que la mayoría sí, parecía calmado y su rostro se mantenía sereno, a la espera de lo que era esa ventisca fuerte contra él; habían pasado semanas en las que se había comunicado con el joven modelo y bailarín, a través de sueños que eran claros como el agua de la fuente en el que ahora se reflejaba el pálido chico.

Todo estaba tan preparado que decidió seguir a su futuro envase por todas las calles, detrás de él hasta que éste sonrío con amplitud; él había escogido la locación que deseaba ver por esa vez con un alma y manejo propio. Gabriel respetó esa decisión ya que nada le parecía más increíble que la plena disposición para el bello propósito de ese envase.

El chico mantenía en su mano, un vaso de lo que llamaban "café" una bebida caliente que para ese momento, sentaría de lo mejor para el mortal, tomando ese último trago hasta que el arcángel sintió al alma llamarle, la conexión fue instantánea y maravillosa, estaba tan atraído al humano que de inmediato su descender fue significativo, un enlace que se logró sin interferencia alguna.


Good stories start with a great coffee.


El último parpadeo de ese humano, fue el que dio comienzo a que el arcángel se topara con la gama de colores que encontraba en primera persona, desde un punto en el suelo que le hizo darse cuenta de cuán abajo estaba pero de qué tan cerca estaba de las personas que constantemente protegía y admiraba como un gran secreto bien guardado.

Estaba seguro de que eso parecía un plan ya que el aroma que percibía lo embriagó de inmediato, eclipsado por el humo que salía de esa taza de café que mantenía en sus manos, ¿cómo podía algo tan oscuro oler tan bien? Y ahí es cuando su analogía calzaba perfecto, dentro de cada oscura alma, se encuentra bondad y en el más oscuro café, siempre hay un toque de dulzura.

Desde ese día, desde el primer día, quedó cautivado, eclipsado por el olor y siendo ahora él, portador de semejante aroma como aura. En su preparación al descender bien explicado había quedado por Miguel.

▬ Cada aura tiene su finalidad, está basada en el gusto que adquiera cada quien al encontrar su envase perfecto, los olores mundanos pueden ser nuevos para nosotros y al detectar el primero de su gusto ese aroma se unirá a ustedes haciendo notar su presencia incluso antes que su forma física.

Estaba seguro ahora de que tal aroma sería algo particular a los ojos de sus hermanos, sin embargo, así era Gabriel, una caja interminable de sorpresas que solo buscaban la forma más genuina de felicidad, ya fuese colectiva o personal.

Ahora ya estaba en Londres, finalmente en Londres, el arcángel Gabriel, el gran chico con aroma a café.

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Ya en el capítulo que viene estarán conociendo a Jace, un particular chico que Gabriel conocerá en una situación complicada y rara para él. 

Gracias por leer. ♥

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