Probablemente estaba siendo un intruso, a pesar de que ese lugar estuviese siendo pagado por él, las cosas que encontró en un cajón, se le hicieron más espectaculares que la misma vista que gozaba en el lugar. De repente un aroma a humedad lo embelesaba, llamando a tomar los lentes con aumento en el cajón, y acto seguido de colocárselos, sus manos comenzaron a mover las piezas de lo que terminó siendo una cámara vieja. Estaba consciente ahora que el más joven de la familia que le había dado ese espacio había fallecido. Pobre hijo de la tierra cuya alma no pudo escapar del terrible mar.
Okinawa, no parecía un lugar de tormentas, era demasiado calmo y es por ello que se hacía tan peligroso, no obstante, se mantenía protegido, por seres de los que tenía tanta curiosidad que prefería mantenerse alejado, seres que al igual que él, tenían misiones y formas de ver y explorar el mundo, pero que no por eso, debía flanquear ante su único Dios. Eso nunca.
A través de lo que podía averiguar con solo el tacto en las caras de la cámara, se sentía un aire más pesado y en seguida, saliendo de esa casa con la cámara guindada en su cuello Gabriel se dispuso a caminar hasta tener la necesidad quemando su corazón de tomar fotos en determinados momentos, ya sabía que sucedía.
Como el ángel de la esperanza, el mayor bienestar que se conseguía era el de la familia, y estar residido en un lugar donde ese término era obviado por una perdida tan significativa de un hijo, no era propio el quedarse con los brazos cruzados ya que era su deber interferir, mucho más estando tan de cerca, escuchando plegarias a otras deidades pero que iban con el mismo fin, la sanación del alma.
No se contuvo en cuanto el avión despegó, sintiendo como poco a poco la sonrisa que se dibujaba en su rostro se ampliaba a más no poder, el cielo se hacía mucho más maravilloso visto en ese punto, estaba experimentando la fragilidad que un terrenal sentía hacia la vida, y todo por el propio consenso de él con esa alma dirigida.
Faltaba demasiado por ver, ya se acercaba a la playa, ya estaba ahí y retiró sus zapatos para apreciar más la arena, cada simple detalle era más que maravilloso, ¿cómo es que los humanos no aprovechaban y admiraban tal belleza de la que él se regocijaba cada día? Y ahí, en el más pleno momento de satisfacción, un murmullo lo suficiente cerca, distrajo al que aparentaba estar perdido, pero que bien sabía dónde se encontraba. Disculpándose de inmediato para recibir de nuevo las palabras.
▬ ¿Mhm? Disculpe, no logré escucharle bien.
Pero igual que la brisa el murmuro desapareció, parecía haber sido una alerta, pudo escuchar apenas el nombre de Jace entre las nubes escaparse y ahí sabía que debía verlo cuanto antes.
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in virtute Dei.
Teen FictionEl arcángel Gabriel, uno de los siete príncipes de la corte celestial es enviado a la tierra con la misión de conocer los sentimientos mundanos que los arrastran a radicar con mayor frecuencia en el infierno, en su estadía en el plano terrenal exper...