Capítulo XII

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#Jace

Quedarse en Londres no era para tanto, solo tenía que seguir con su vida de la mejor formas que pudiera, siendo un buen cazador y alimentando el amor por Gabriel a diario para que pudiera sentirlo en mayor manera cuando se reencontraran; parecía un niño enamorado por primera vez y viviendo una historia de luna de miel recurrente con el pensamiento de jamás acabar la historia.

▬ Hoy las misiones serán individuales, lightwood va al sector dieciocho, Herondale tu debes ir a las celdas a interrogar a un sospechoso.

Así que como cualquier otra misión bajaba en el ascensor hasta la última planta del edificio, cada puerta se abrió y por el pasillo se acercaba paso a paso el incrédulo rubio sobre lo que acontecería al llegar a la habitación de interrogatorios.

▬ Así que eres tú por quien mi hermano se encuentra a un paso de perderlo todo...

Comentaba altanera la figura imponente de un ser alado rodeado por una gracia dorada, furiosa y con un aroma a anís embriagando la sala. Jace solo miraba confuso pero entre más se acercaba el ser frente a él más imágenes venían sin explicación a su cabeza.

"Arcángeles poderosos, dueños de un poder incalculable y encargados de llevar el orden como la corte celestial, hermanos unidos por la eternidad por un vínculo inquebrantable a la orden de Dios siendo Gabriel su mano izquierda y Miguel su mano derecha".

▬ Disculpe su majestad, príncipe Miguel.

Y caía sobre una de sus rodillas el rubio con la cabeza a gachas temblando en pánico por lo que pudiese proseguir.

▬ No dudé ni una vez de mis hermanos, pero luego de llegar a la tierra he visto a tantos volverse locos por culpa de personas como ustedes, sin una pizca de gracia, sin siquiera un sentido de lo maravilloso de la simpleza. Humanos que viven regodeándose de lo que les ofreció nuestro padre y aún así lo manchan de oscuridad como les place. Patéticos.

Una por una cada palabra resonaba vibrando en la cabeza y el corazón del nephilim extrañamente desconsolado, como si pudiera imaginar lo que proseguiría.

▬ Jace Herondale, por tu culpa Gabriel será desterrado.

Alzaba la cabeza el rubio confundido negando y levantándose de sopetón del suelo hasta estar cerca del arcángel sin importar la notable desventaja en la que se encontraba.

▬ Tiene que haber otra manera su majestad, el príncipe Gabriel no ha hecho nada malo.

Miguel bufó con pesadez.

▬ Lo único que Gabriel hizo mal fue encontrarte. Es por tu culpa que una parte de mi alma eterna se encuentra desgarrada, mundano.

Pero Jace también estaba desgarrado, incluso sintiendo morirse en vida con cada palabra más difícil de afrontar que la otra.

Cada lágrima rodaba por las mejillas del pálido joven dejando un camino húmedo y salado hasta caer de su rostro al suelo una tras otra.

▬ Mi vida por una oportunidad para Gabriel.

▬ ¿Acaso ustedes los humanos conocen de sacrificio solo cuando les conviene? Cada palabra de tu boca hunde más a mi hermano, matarte a ti, su protegido, sería liquidar una parte de él que no volvería a renacer en siglos.

Miguel consternado solo veía con asco la expresión del rubio y aún así bajaba sus salvaguardas al carraspear.

▬ Hay una opción, pero no podría decirte más que con ésta alternativa ambos podrán vivir en el mismo mundo, ninguno morirá pero debes permanecer para siempre en Londres.

Rápido el mortal se lanzaba sobre sus rodillas envuelto en llanto agradeciendo de antemano al inmortal aceptando cualquier opción que le diera la libertad a su amado.

▬ Es lamentable que todo terminara de ésta manera.

La voz de Miguel cambiaba y para Jace por extraño que sonara, le conmovió la forma en la que sentía una voz tan suprema quebrarse, pero es que Miguel conocía verdades que el chico prefería obviar dentro de su decisión egoísta por salvar a Gabriel.

▬ Fue un placer conocer de vuestra historia, Jace.

Y el toque gentil de Miguel pesaba sobre su frente escuchando el tintineo de cadenas a través de su mente y que de sobrecargo lo dejaban tirado sobre el piso del lugar, su cuerpo estaba entumecido y perder el conocimiento parecía lo único razonable para descansar.

Gabriel...

Resonaba ese nombre en su cabeza mientras iba desmayándose, de a poco todo se oscurecía dejando que la profundidad de un sueño fuera lo único que importara en ese instante.

▬ ¡¿Jace?! ¡¿Estás bien Jace?!

Escuchaba de cerca la voz de su parabatai levantándolo del suelo y sacándolo de su trance. Su cabeza dolía y por más que empezaba a hacer memoria le parecía absurdo el haberse dormido sobre el suelo de la sala de interrogatorios.

▬ Sí, supongo que solo estaba cansado...

Una suposición absurda pero que sirvió para que el otro se calmara.

▬ Sentí una gran tristeza provenir de ti gracias a nuestra runa pero luego dejé de sentirla de golpe, por eso vine corriendo.

▬ Alec tienes que dejar de abandonar tus misiones solo por mí, eso te costará mucho si quieres llegar a ser el jefe de todo esto.

Bromeaba Jace al levantarse del suelo con ayuda de la mano del otro para encaminarse al elevador, durante la marcha sentía incomodidad, como si fuese olvidado algo importante y una vez dentro de la caja de metal Alec rompía el silencio.

▬ No parabas de repetir un nombre mientras dormías, Jace.

▬ ¿Un nombre?

Cuestionaba el de ojos azules.

▬ ¿Quién es Gabriel?

La pregunta parecía tener sentido pero por más que sobre pensara la situación igual no tenía un sentido lógico. Se deslizaban las puertas de metal para hacerlos subir a la planta superior pero antes de cerrarse por completo el eco de su voz en los pasillos resonaba dejando en aquellas catacumbas el último ápice de un nombre no identificado.

▬ Parecía ser algo importante pero ahora... No recuerdo quién era ese tal Gabriel. 

in virtute Dei.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora