Las características que guardaba Gabriel seguían siendo las mismas, el mismo aroma que adoraba, las mismas indicaciones que solía tener, asegurando que había vuelto al instante, pero, después de todo, si seguía en el lugar significaba que había un motivo lo suficientemente grande como para regresar luego de darse por asegurado en los cielos. Con la máxima seguridad de que había un sentido mayor, terminó acudiendo al único ser que todo lo sabía.
Dios, quien a través de las visiones se encargó de enseñarle el nuevo rumbo, el nuevo sentido del porqué seguía pisando ese mismo suelo.
Claro que toda señal que era enviada como visión, de inmediato eran dibujadas, tomando la previsión de tomar una hoja y una lapicera antes del contacto con el altísimo; era agradable, podía sentir el clima de inmediato, pero no era más que un acercamiento falso a su destino. Creía que si mantenía todo en secreto, sería una misión sencilla, una que podía ejecutar y que al finalizar, sería solo un bello recuerdo más que no sería contado. Solo existía el problema de no ver a Jace involucrado en esas imágenes que se iban perfilando, pero sí podía observa a otro chico, de cabellos casi blancos y apariencia sombría.
▬ Qué locura.
Pudo participar entre risas, sentía la calidez del viaje, por lo mantuvo un bajo perfil justo como siempre procurando llevar las cosas necesaria, más que todo dinero, porque realmente detestaba llevar grandes cosas consigo; el hospedaje estaría completado una vez que se debitara el dinero de la tarjeta de crédito en la posada, estaba de suerte por conseguir una pequeña y cómoda casa para alquilar en lo que parecía ser un conjunto residencial para turistas... Solo que el arcángel no tenía idea de cuánto le llevaría la misión, esperaba que no demasiado.
Se mantuvo positivo al cambio y muy indiferente a lo que dejaba ya que solo necesitaba acabar con lo que estaba destinado a cumplir. Ahn Joo iba con él, no había duda. Si alguien debía acompañarle ese siempre sería su fiel felino, era casi como tener una parte de Jace con él.
El viaje de Londres a esa isla que antes había podido apreciar como imagen mental ahora se ampliaba a ser una maravilla desde el punto en el que la veía, todo fue rápido, no había mucha complejidad, sobre todo por el conocimiento que tenía Gabriel del idioma, uno muy hermoso a su parecer de los variados que existían en el mundo, la comunicación siempre se le hacía una complicada rama que se volvía con el tiempo más precisada que el mismo origen de la humanidad y las religiones.
Un nuevo ambiente, nuevo aire, todo desconocido para su envase, tal vez, no lo sabía muy bien, pero recordado por el arcángel, ¿qué ser con tantos años de vida podía olvidar la belleza del mundo? Seguía embobado y por alguna razón, melancólico.
Gabriel estaba seguro que no eran emociones propias, pero en su pecho, algo se sentía vacío y por un momento una cálida gota de agua descendió por su mejilla cuando insertaba la llave en el picaporte de lo que sería un hogar temporal. Lo único que pudo devolver el accionar del arcángel fue el maullar de Ahn Joo, quien se encontraba cansado por tal viaje largo que se decidió a tomar por las rutas normales.
¿Por qué de repente estaba tan triste?
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in virtute Dei.
Roman pour AdolescentsEl arcángel Gabriel, uno de los siete príncipes de la corte celestial es enviado a la tierra con la misión de conocer los sentimientos mundanos que los arrastran a radicar con mayor frecuencia en el infierno, en su estadía en el plano terrenal exper...