Cada minúscula expresión de Jace parecía destrozada, y aunque tenían poco tiempo de haberse separado el nephilim se veía absorto en pensamientos negativos, podía sentirlo en la manera en la cual tomaba su mano y este la soltaba dando un paso hacia atrás negando cada vez con más frecuencia.
▬ ¿Cariño qué sucede?
Preguntaba un angustiado Gabriel no queriendo explorar la mente de su protegido sin su consentimiento pero con el corazón desbocado en nervios palpables por cómo ahora sus manos sudaban y sus pupilas saltaban.
▬ ¿Quién eres?
Pudo sentir el apretón en su corazón, recordaba el último beso y la despedida de su chico en Londres cuando todo estaba bien y no encontraba razón mayor para sonreír que no fuese Jace tan enamorado como él, pero en esa nueva escena algo no cuadraba... ¿Por qué no lo recordaba?
▬ Jace, soy Gabriel, no es necesario bromear de ésta forma entre nosotros.
Explicaba sintiéndose más pesado que de costumbre, su visión incluso se sentía nublarse cuando los ojos abrumados del otro rechazaban un nuevo contacto.
▬ ¿Cómo mierda sabes mi nombre? No siento una esencia demoníaca en ti pero humano no eres, ¿qué quieres?
El rechazo dolía, pero esa situación de frustración pesaba incluso más cuando sus brazos atraparon la figura masculina para estrecharlo experimentando el incontenible desprecio del rubio oponiéndose al contacto.
▬ Detente Jace, no digas esas cosas...
Su corazón parecía romperse aunque eso sonara ilógico.
▬ ¡Suéltame! ¿Dónde estamos? Te mataré si me sigues tocando.
Se retorcía con fuerza, una fuerza y fiereza tal que demostraba su odio por sentirse apresado en los brazos de Gabriel, una sensación de asco que irradiaba hacia al arcángel pero por más que quisiera desvivirse en la tristeza sus ojos cristalizados aguantaron las lágrimas para hundir su vista en los ojos azules del nephilim.
▬ Recuerdo nuestro primer beso a diario, no podía contener las ganas de mantenerme a tu lado, juré protegerte día y noche durante toda mi vida aunque eso significara renunciar a todo.
La gracia de Gabriel brotaba nostálgica arropando la esencia de Jace hasta llegar a su alma enfriada en busca de darle calidez. En ese instante hubo un límite, una barrera de aura conocida, un candado colocado de forma reciente en los recuerdos de Herondale y que pronto entre la conmoción y la tristeza el ángel arrancaría para liberar de la prisión.
Cada recuerdo reprimido en la mente de Jace volvían de golpe ocasionando dolor y tristeza pero que en el arcángel se reflejaban como furia enloqueciendo de momento al incluso liberar sus alas al aire libre.
▬ ¡¿Miguel qué has hecho?!
Reclamaba a los cielos cuando caía un gran estruendo, como el estruendo que le había "salvado" una vez.
▬ Estás cegado hermano mío. No quieres entender que acabas de tirar a la basura el único intento de este humano por salvarlos a ambos.
Gabriel de forma prepotente se abalanzaba a golpear con su frente la semejante de su hermano, sus fosas nasales se abrían y cerraban con cada pesada respiración.
▬ Nadie te pidió que te metieras en esto hermano, yo sabía muy bien lo que hacía.
▬ ¿Y qué hacías? ¿Dejar tu posición, ganarte el destierro y vivir como un humano al lado de éste mundano?
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in virtute Dei.
Novela JuvenilEl arcángel Gabriel, uno de los siete príncipes de la corte celestial es enviado a la tierra con la misión de conocer los sentimientos mundanos que los arrastran a radicar con mayor frecuencia en el infierno, en su estadía en el plano terrenal exper...