Historias cortas - Wigetta

𝐴𝑇𝑂𝑁𝑇𝐴𝐷𝑂

A lo mejor declararse a Guillermo no era la mejor idea, me gustaba mucho, si. Pero no iba arriesgar o nuestra relación o reputación solo por el capricho mío.

Aunque siendo honesto la reputación solo sería dañada en el caso de que él me permita ser su pareja ¿Verdad?

Lo acepto y lo recalco, soy un gallina.

Sin pensarlo, él obviamente es mi mejor amigo. Esa confianza de soltarle cualquier cosa sin ningún filtro de por medio no la tenía con nadie más a parte de él, pero mi confianza en mi mismo, termina ahí. No soy capaz de tomarme el valor, inconcientemente comienzo a ser negativo cuando pasa por mi cabeza la simple idea de que cuando me declare él piense que estoy bromeando.

Llevamos tiempo siendo amigos, once años aproximadamente. Nos conocimos en el club de volleyball a los seis años, nos hicimos amigos y mutuamente cada año nos convenciamos de volver a unirnos al club. Más de una vez nuestros padres se habrán agarrado de los pelos por nuestra insistencia en que nos vuelvan a pagar la cuota mensual.

Ahora que miro hacía atras, hay muchos recuerdos hermosos entre nosotros que fueron formandos por las oportunidades que nos daba el ser parte del club.

Las profundas y también las tontas conversaciones en los buses de viaje, las veces que dormimos sobre el hombro del otro, las risas escandalosas de las cosas inusuales que decíamos, el compañerismo a la hora de hacerle bromas a terceros, las nuevas experiencias que buscabamos hacerlas juntos en cada viaje, esa euforia que tenía uno para mostrarle algo nuevo al otro o la emoción al contarle un chisme, los chistes internos y todo lo que conllevaba nuestra reacción hasta el día de hoy.

No me arrepiento o odio estar enamorado de él, pero a veces es cansino estar pensando todo el día en él y no poder detener esos pensamientos, pasa a todo momento, mientras estoy ocupado o en total aburrimiento, él vive en mis pensamientos.

Específicamente no sé cuando él me comenzó a gustar, pondré como aproximado que fue a los diez años. Que fue cuando comencé a admirar más su belleza, era tan atractivo para mí, y lo sigue siendo, pero en ese entonces lo miraba sin descaro, me gustaba mirarle cuando estaba distraido, siempre sea cual sea el ángulo que se le vea, él estará todo tierno frunciendo levemente el entrecejo y con las mejillas tintadas en un leve carmesí.

Había comenzado a dudar a los catorce años, pero cuando realmente sentí que estaba perdido por él, fue a los dieciséis años, es decir el año pasado. En ese tiempo habia comenzado a soñar que nosotros éramos pareja, en cada sueño siempre estabamos en situaciones diferentes o incluso en ciudades desconocidas para mí, pero siempre en uno de los sueños tenía la oportunidad de presenciar un beso entre nosotros.

Esos sueños luego me tenían tan distraido todo el día, los sueños los vivía tanto, que al despertarme sentía como si de verdad yo lo hubiera besado y de solo recordarlo me hacía sonreír como tonto.

Más de una vez habré estado en clase quedándome como tonto mirando mi mesa y sonriendo mientras recordaba uno de los sueños más recientes, luego mi compañero de banco me preguntaba que me pasaba y solo decía que me acordaba de la vez que uno de nuestro compañeros se resvalo de la escalera.

Los sueños humedos ya son otro nivel, esos sueños también los comencé a tener en año pasado pero son de los que menos tenía constancia. A ese tipo de sueños solo los recordaba los primeros minutos de estar despierto mientras me preguntaba si nosotros realmente seriamos capaces de hacer algo así.

Valoraba más los sueños en donde se nos veía acaramelados, me gustaba cómo era el Guillermo de mis sueños conmigo, alguien timido y gruñón cuando le daba cariño con la intención de molestarlo y alguien ruiseño y tierno cuando quería que yo le mime.