𝑂𝐵𝑆𝐸𝑆𝐼𝑂𝑁

128 15 1
                                    

Solo necesitaba eso para ser feliz, fotografiar a Samuel.

El castaño hacia su rutina de ejercicios en el suelo limpio de su garaje mientras a unos metros se encontraba el pelinegro sentado en el suelo con su mochila a un lado y con su cámara de trabajo en sus manos observando con una pequeña sonrisa aquella impecable pantalla que le mostraba a un Samuel con el torso desnudo haciendo sus lagartijas diamante, un ejercicio que si Guillermo lo intentara hacer posiblemente terminaria muerto sin superar las tres lagartijas.

Dejando de lado la visualización de la imagen, se volvió a acomodar para sacar otra foto, el obturador de la cámara se cerró captando toda la tensión aplicados en los músculos de sus grandes brazos y hasta el más mínimo detalle del sudor en su cuerpo.

Curioso volvió a mirar la pantalla para ver si salió bien la foto, teniendo ese pedazo de modelo una mejor foto no podría salir, incluso si le daba un poco de edición tranquilamente seria una buena portada de una revista.

Con los botones de aquel aparato comenzó a mirar el resto de fotos que le había sacado.

Sus favoritas eran en las que Samuel manipulaba las pequeñas pesas de metal y también en las que estaba en la barra haciendo dominadas limpias presumiendo en todo esplendor su amplia espalda y su trabajado abdomen con pequeñas gotas de sudor resbalandose desde su cuello hasta perderse en los huecos que dejaban sus alconchonados cuadritos.

-¿Qué tan guapo estoy?-Preguntó el castaño con un suspiro reicorporandose de la última lagartija-Estoy seguro de que superas el límite-Respondió con una sonrisa sin desviar su vista de la foto, incluso le hizo zoom para apreciar mejor el cuerpo de su amigo.

Samuel bebió de su botella de agua y después de hacer estiramientos rápidos de brazo, comenzo a hacer saltos de tijera con su mirada fija en el oscuro cabello de Guillermo.

Desdé que Guillermo comenzó su carrera como fotógrafo su instagram subió notablemente de seguidores por todas las fotos alucinantes que él le sacaba, siempre le pasaba todas las fotos que le tomaba, algunas se las guardabas, otras las publicaba y algunas simplemente las eliminaba. Le llegaban tantas fotos que no quería llenar su memoria así que alguna que otra tenía que eliminar, primero para no quedarse sin espacio y segundo, para no parecer un egocéntrico que tiene su celular lleno de foto suyas.

A diferencia de él, el pelinegro tenía un disco duro de varios terabytes con todas las fotos en la que el castaño aparecía.

Un poco obsesionado tal vez, pero la fotografía y Samuel eran las cosas que más amaba así que era obvio que algo explosivo tenía que salir de esa combinación.

A veces en su casa estaba acostado en su cama mirando algunas fotos del castaño e inevitablemente su corazón palpitaba de manera descontrolada esparciendo un calor por su pecho, en ocasiones la emoción al observar la imagen que formaban aquellos diminutos pixeles era tanto que debía ahogar un grito de adolescente enamorada contra su almohada.

Cuándo se chocó con una foto en dónde Samuel pasaba su mano por su cabello mientras corría en la cinta eléctrica, inconcientemente se relamio los labios y una pequeña sonrisa de lado se dibujó en su rostro, el castaño se percató de ello pero no le pareció muy raro, siempre lo veía feliz y embobado cuando hacía alguna foto.

Guillermo se inclinó hacía atras quedando tumbado en el suelo con la cámara sobre su cabeza, hizo zoom al rostro de Samuel y su cuerpo comenzó a reaccionar, la piel se le erizo cuando la sangre le comenzó arder para reunirse en la boca de su estómago como si tuviera fuego dentro de su cuerpo.

-Madre mía-Susurró para si mismo, Samuel escuchó un murmuro pero no lo entendio ya que el choque de sus zapatillas contra el suelo y su respiración irregular no le permitió captar con claridad lo que dijo.

Historias cortas - WigettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora