4._Guitarra

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Fueron a un restaurante discreto, pero no lo suficiente para pasar desapercibidos. Tenían que ser vistos. Una comida sencilla, nada romántico. Apenas se estaban conociendo. Todo estaba calculado.

Mary se sentó del otro lado de la mesa de cristal que se hacía una con el enorme ventanal que mostraba una ciudad nocturna, que era como un rocío de luz sobre un manto de ébano. Detrás de aquel vidrio fino y sostenido por una estructura de titanio, había un espectáculo aburrido y acortonado. La mujer veía su tenue reflejo como quien observa una película de la que sabe el objetivo de cada personaje, conoce cada dialogó y solo espera el insípido desenlace. Bills por otra parte estaba más interesado en ordenar que comer que en su acompañante, a quien solo de vez en cuando prestaba un poco de atención. Casi siempre cuando notaba alguien los estaba viendo.

-Se supone que estás en una cita con tu ídolo, sonríe ¿quieres?-le dijo después de que les llevarán un vino.

Mary lo miró callada y dibujo en sus labios una sonrisa, pero sus ojos huyeron de él. Bills lo notó. Ella siempre estaba huyendo de su persona.

-Y...¿qué te pareció la interpretación de tu canción?-le preguntó, solo por hacer tema, mientras respiraba sobre el plato de sopa.

-Muy diferente a como imaginé que se escucharía-le respondió con honestidad.

-¿No te gusto?-inquirio.

-No estoy segura- le contestó medio pensando- Quizás la letra es más acorde a otro estilo de música.

Bills la miró fijamente.

-¿A cuál estilo si se puede saber?- le preguntó con una cuota de molestia en su voz.

-Rock alternativo- contestó Mary y por primera vez esbozo una sonrisa genuina, aunque sutil.

Bills hizo un sonido de disgusto con la boca y luego tomó la copa de vino con un poco de desdén.

-Esa música no sirve para nada- comentó y la miró de frente, pero ella veía por la ventana-Por cierto será mejor que empieces a hablarme de tí. Se supone que comenzaremos una relación, no puedo no saber nada de tí.

-No hay mucho que decir. Abandone dos carreras universitarias porque no eran para mí. Vivo sola. Mi familia está aquí y allá. Suelo visitarlos para cambiar de aire y a veces me quedo en sus ciudades. Siempre tengo un nuevo pasatiempo y rara vez hago amigos. La mayoría del tiempo solo sostengo relaciones convenencieras que terminan rápido...Amo los gatos, no me gustan los perros. Y odio que me despierten y tomen comida de plato.

-Eres como nómade ¿no? Como que eso es un poco incómodo-le dijo Bills en un tono entre la crítica y el desinterés. Presto atención a todo, pero paso de lo demás a conciencia.

Mary no respondió y miró el plato de sopa delante de ella. Se sentía tan torpe y tan tiesa como la primera vez que lo vio. Seguramente sus amigos no la reconocerían allí sentada con la cabeza metida entre los hombros y las manos juntas sobre el regazo, como esas niñas buenas que no dicen groserías, que visten como damas y que párese que sus gases huelen a perfume. Que imagen patética tenía que estar dando en ese momento.

Bills dijo que necesitaba saber cosas de ella, pero después de oír ese pobre resumen de vida se dedicó a comer y beber de esa cerveza cara, traída de países del otro lado del mar. Mary le veía con curiosidad. La primera vez no se dió el tiempo de apreciar los juguetones gestos que hacía Bills al comer. El tipo duro daba paso a un niño contento y con un apetito digno de un león. Era extraño que alguien que comía tanto fuera tan delgado. La cintura del baterista de Resurrección era más estrecha que la de ella. La situación era cómoda, hasta cierto punto. Hubiera sido mágica de no tener el contexto de una farsa, pero todo con él, siempre, fue una farsa. Los hipotéticos escenarios, los sueños y por supuesto la idea de que algo pudiera surgir entre dos personas tan diferentes de dos mundos distintos.

Ídolo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora