Ídolo.

13._Intereses

Mary había comprado el Food Truck con sus ahorros. Lo hizo después de llegar a ese pueblo que colindaba con otros más grandes y que eran sitios turísticos. Desde donde vivía podía ir a ellos en menos de treinta minutos logrando tener una clientela bastante buena. En el pueblo solía ponerse en la plaza los fines de semana y hasta consiguió a un chico para que la ayudara. Lo conoció en el lugar en que se estaba quedando que era una casa de huéspedes. El muchacho llamaba Seúl.

Bills le dijo que ahí era donde se estaba escondiendo y ella lo negó, sin embargo, en cierta forma era cierto. Hasta se había pintado el cabello. Pero no huía
de la gente sino de su sentimiento por él. La lejanía y el tenerlo menos presente en los medios la ayudarían a terminar con todo eso de una vez, pensó. A fin de cuentas era un sentimiento inútil. Para Mary había muchas cosas inútiles de las que pasaba sin ver. Amar, por ejemplo, a un cantante o un actor famoso como lo hacían las demás chicas, nunca fue algo sensato para ella. Ni siquiera real. Era una ilusión ingenua nada más. Después de todo enamorarse de una figura del estrellato no es diferente a hacerlo de un personaje de un libro de quien sabes exactamente que esperar, porque todo lo que es esta expuesto a tus ojos. Un personaje no tiene secretos, un personaje es y será solo lo que vez. Pasa algo parecido con los artistas y gente famosa, pues lo que exponen es un personaje nada más. A fin de cuentas, tampoco son reales, sin embargo...La vida tiene grandes ironías  y ella fue víctima de una. Su amor por Bills era motivo de demasiadas controversias. Conocerlo fue demasiada realidad. Pensó que era libre de él, pero se equivocó y lo supo al verlo otra vez. Tembló de pies a cabeza como una hoja. Su sentimiento podía parecerle inútil, mas era auténtico y no moría todavía. Esa noche, sentada en el pequeño balcón, sobre el barandal, Mary se quedó pensando en lo bien que él se veía. La ruptura del grupo no lo afectó demasiado, según pudo apreciar. El que ella desapareciera...que tontería creer que eso pudiera haberlo alterado, se dijo. Suspiró y sonrió. Mucho cambió en ella en esos meses. Ese amor seguía ardiendo, pero no quemaba más.

Esa noche Bills solo se acostó. A Whiss le pareció que su socio estaba de muy buen humor. Tenía esa nota pícara y traviesa en la mirada, en los gestos y en el ánimo. Whiss lo conocía bien, demasiado bien. Bills no era un tonto o un bruto como muchos podían creer. Cierto era que se irritaba fácilmente y estallaba de ira, pero pecar de impulsividad no era uno de sus defectos. No era un estratega hábil, era más de respuesta espontáneas bien hechas porque prestaba atención a lo que estaba pasando, sin embargo, no era raro que tomara decisiones calculadas a futuro si la situación lo requería. En resumen, Bills no había escogido ese pueblo porque si. Whiss estaba seguro de que su socio sabía que Mary estaba ahí y su teoría la corroboró esa mañana.

-¿Una fiesta?-le cuestionó un tanto sorprendido y apartando la mirada de su comida.

Era temprano y estaban desayunando en la amplia y casi desnuda cocina.

-Sí- le contestó Bills levantando un trozo de panqueques sobre su rostro-Es una casa nueva y es de mala suerte no inaugurarla.

-Supongo que quieres me encargue de eso...

-Ya que te ofreces asegúrate de que haya buena comida, Whiss- le dijo ante de meterse el trozo de panqueque a la boca. Su sonrisa se borró y dió una mirada fulminante al chico que hacía hecho el desayuno.

Whiss suspiró medio resignado.

-¿A quienes quieres que invite?- le preguntó sacando su teléfono celular.

-A gente importante, ya sabes a quienes me refiero- le dijo mientras veía con desconfianza las tostadas delante de él- Ah, y quiero que traigas al Food Truck que estaba en la plaza ayer...

-¿Se refiere al de la señorita Mary?

-La comida era buena ¿no? Tú mismo lo dijiste...

-Sí, pero es que creo que la comida no es el motivo por el que va a traer el Food Truck- le comentó Whiss de forma un tanto esquiva.