9._Serpiente

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Cuando Mary abrió los ojos se quedó viendo el techo un instante. Le dolía un poco la cabeza y tenía un mal sabor de boca, pero fuera de eso estaba bien o lo estuvo hasta que alguien le dijo:

-Hola...

Mary miró a su costado y descubrió allí a Bills recostado, de cara a ella, mirándola con una sonrisa medio burlona. La muchacha no pudo evitar dar un pequeño gritó al descubrirse en la cama con él cuando lo último que recordaba era haberse acostado en la banca del pasillo.

-¿Qué haces...qué hago yo aquí?- le preguntó a la nada, mientras se sentaba en la cama.

-¿Vas a decirme que no lo recuerdas?- le cuestionó Bills y ella lo miró- Anoche te metiste borracha en esta habitación e intentaste seducirme...

Mary levantó una ceja tanto como pudo y sus ojos se abrieron a más no poder. Ni una sola palabra escapó de su boca ante esa declaración tan insólita.

-Te lanzaste sobre mí diciendo lo mucho que te gustaba y un montón de cursilerías más- continuo Bills- Supongo que al estar borracha te desinhibiste un poco, Mary...

Mary se levantó de la cama. Estaba descalza, pero el resto de su ropa estaba tal y como la recordaba.

-Estas mintiendo- le dijo y comenzó a buscar sus zapatos.

-¿Por qué te iba a estar mintiendo? Estabas borracha e intentaste dormir conmigo, por supuesto yo te rechace- le dijo Bills y se escarbó la oreja con la uña del dedo meñique.

Mary no supo cómo reaccionar ante eso. Por un lado era un alivio saber que Bills no se aprovechó de las circunstancias, por otro lado era un golpe a su ego saber que él la rechazó.

-No me gustan las mujeres como tú- agregó mientras ella se sentaba en el borde de la cama- La gente que habla poco no tiene nada que ofrecer...

Mary lo escuchó, pero tardo un poco en procesar las palabras de Bills, pues estaba repasando lo que pasó durante la noche, antes de irse a acostar en la banca. Cuando lo dicho por aquel sujeto fue desglosado por la muchacha, su mirada se enfrió.

-Y usted señor Bills ¿Qué tiene que ofrecer?- le preguntó Mary y se puso de pie, mirándolo de frente, esperando su respuesta.

-Eso es algo que tú nunca podrás saber- le respondió Bills.

-La gente que juega a ser misteriosa esconde sus vulnerabilidades que suelen ser muchas- le dijo Mary.

Bills la miró fija y duramente. De esa forma en que parecía estar escarbando en los pensamientos de quién mirase. No respondió. No tuvo tiempo. Del otro lado de la puerta el alcalde le dijo que alguien lo estaba llamando por teléfono.

Whiss sabía dónde buscar. Una vez advirtió que Bills no estaba en la caravana, asumió que se refugiaria en la casa del alcalde y esperó al día siguiente para hacer una llamada a la casa se aquel hombre, para preguntar por el líder de la banda. A medio día Bills y Mary tenían que estar en el continente donde serían recogidos por Whiss y junto a él irían al aeropuerto para volver a la ciudad.

El alcalde era un buen anfitrión. Les preparó un buen desayuno en el comedor principal y allí llegó Bills vistiendo unos vaqueros negros y una camiseta azulada, prendas que pertenecieron al hijo del edil y que él pidió fueran adaptadas para su invitado. Bills no le dió importancia al detalle, su atención se concentro en la abundante comida delante de él. En cuanto a Mary la ropa de la hija del alcalde le era cómoda. Era un atuendo deportivo un tanto apretado en color gris. La sudadera le agradó bastante. Le hubiera gustado echarse la capucha sobre la cabeza, pero estaba en la mesa y era una falta de modales tremenda. Mientras el alcalde buscaba una charla con Bills respecto a que tal había sido la estadía en el hotel, Mary se cuestionaba si lo que le había contado ese sujeto era real. Bebió si, pero no tanto como para perder la cabeza. Recordaba haberse acostado en la banca perfectamente. No sufría de sonambulismo. Sin mencionar que le era extraño que hubiera dicho cursilerías, pues ella nunca hablaba demasiado en esas situaciones. Al fin concluyó que Bills le estaba mintiendo solo para burlarse de ella. Pero ¿Realmente se estaba burlando de ella? Es que si miraba su conducta con ojos fríos, daba la impresión de estarla provocando todo el tiempo...

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