2._Precio

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Mary salió corriendo del ascensor hacia el frontis del hotel, pero antes de llegar ahí tuvo la suerte de tropezar con Whiss que le preguntó que le sucedió. La herida en el brazo de la muchacha llamó, enseguida, la atención del mánager, quién la medio obligó a acompañarlo. Whiss intento averiguar qué pasó, pero ella solo repetía que quería irse a casa. Sin embargo, el mánager del grupo no la dejaría ir sin antes enterarse de que estaba ocurriendo, pero cometió un error. Whiss dejo sola a Mary por cinco minutos, tiempo suficiente para que la mujer, saliera por la ventana de aquella oficina y corriera hacia la salida posterior dónde descubrió que sólo dejaban salir automóviles. Debido a esto escapó del hotel por una salida lateral burlando, sin proponérselo, a los periodistas.  Lo demás fue sencillo, tomó un taxi y regreso a su casa dónde se encerró en su cuarto.

Lo único que hizo antes de entrar en la ducha, fue tirar su bolso sobre la cama. Después de eso paso horas bajo el agua de la ducha sin quitarse los zapatos si quiera. A ratos se mordía el dorso de la mano mientras, en otras oportunidades lloraba desconsoladamente. Estaba totalmente descontrolada. Lo que sucedió en esa habitación casi la vuelve loca en apenas unos minutos.

De haber sido otro...de haber sido; por ejemplo, Black, que le gustaba bastante, no hubiera rechazado la oferta. Pero el que le hizo aquel ofrecimiento fue Bills y eso lo cambiaba absolutamente todo. No es igual  estar una noche con un tipo que te gusta, que te despierta pasiones, a tener una velada con alguien que amas, pero no siente lo mismo por ti. Eso hubiera sido un suicidio para Mary.

La propuesta fue una burla cruel y no odiaba a Bills por eso ¿Qué sabía él de todo lo que ella sentía? ¿Cómo podría imaginar la ternura infinita con la que podía, ella, llenarlo de caricias y la pasión calcinante de su deseo por él? Para Bills ella era otra de tantas. Con toda certeza a la mañana siguiente él se hubiera olvidado de todo, mientras que ella hubiera comenzado a vivir  sólo para comparar a todos lo que vinieran después con él. Y nada tenía que ver con el desempeño de este en la cama, hubiera sido por lo que a nivel emocional, ella hubiera experimentado. En el mejor de los casos, claro esta. Pudo ser también una pesadilla traumática. En cualquier caso era demasiado para Mary. Bajo la llovizna tibia de la ducha, con la mirada perdida en el remolino de agua que descendía a las tuberías, la muchacha esperaba borrar la huella de ese abrazo desesperado que le dió, aprovechando que Bills acabó con la distancia entre los dos. Ese acto impertinente de él, le brindó el tácito consentimiento para ser improcedente también. Y con los bríos de la locura momentánea, Mary se abrazo a Bills y respiró sobre su cuello con el ánimo de un avaro que codicia un tesoro. Es que tenía un hambre que sólo el tacto de esa piel y las notas de ese perfume podían saciar. Bills sólo pensó que ella estaba accediendo a su propuesta y la presionó contra él estrechando la maligna prisión se sus brazos sobre la loca enamorada que huyó de él, como quién escapa de la muerte. Aquel brusco movimiento ocasionó la zarpada en el hombro de la mujer, que acurrucada en aquel húmedo espacio daba rienda suelta a su dolor.

Lo mejor hubiera sido no conocerlo nunca, pensaba Mary. Es que sin proponérselo siquiera, Bills la lastimó. No. Se lastimo a ella misma,
alimentando un amor imposible. No sólo eso también ridículo. Después de todo lo que amaba de él no era más que lo que las pantallas mostraban y las entrevistas contaban. Y claro su especulación aportaba bastante a la ilusión. En realidad no lo conocía. Era, como siempre se dijo, un sentimiento absurdo. El problema es que si bien era un disparate total, era real. La prueba de eso era como se transformó ante él. Esa mujer que Bills conoció la sintió impropia de si misma. Tan tímida, temerosa, frágil; cobarde. Sus inseguridades, sus vulnerabilidades tomaron posesión de su cuerpo y la hicieron patética. No importaba. De cualquier forma nunca más volverían a verse y, seguramente, en ese preciso instante, ella era menos que un recuerdo en la memoria de Bills.

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