Ídolo.

7._Abandonados

En un estrecho corredor, que daba a un jardín interior,
terminó Mary acorralada entre Bills y el frío muro de piedra a su espalda. La luz era escasa allí y daba a los ojos de él un tono metálico brillante, mientras que su sonrisa tomó el matiz entre lo seductor y lo burlón. Las notas de mofa eran lo que tenían a la muchacha verdaderamente cercada. Estaba asustada. Tanto como si la intención de él hubiera sido ultrajarla. Claro que aquello no pasó por la cabeza de Bills, pero sabiéndose del gusto de ella se permitió ser más que atrevido con aquella mujer que lo miraba como si estuviera ante una absoluta improbabilidad. 

Los hombros de Mary estaban descubiertos por la prenda que llevaba. Su piel se veía pálida y fría, a la mortecina luz en ese lugar, demasiado expuesta también. Las pequeñas protuberancias, tan características de la erización de la piel, surgieron apenas Bills paseo su nariz por aquel cuello que intentando evadir el contacto se estiró facilitando el acceso en lugar de lo contrario. Él notó ese cambió y le agradó. Ella aborreció reaccionar de esa forma, pero no podía evitar que su cuerpo respondiera a ese estímulo. Después de todo, aunque en ese momento lo hubiera negado hasta morir, Mary lo deseaba. El amor conlleva deseo y lujuria. Y ella lo amaba.

Como le hubiera gustado poder empujarlo o pasar por debajo de su brazo y correr muy lejos de él, pero no era capaz de hacer un solo movimiento. Cuando las manos de Bills rodearon su cintura, Mary se sacudió de pies a cabeza, mas el impulso no fue suficiente para ordenarle a su cuerpo moverse. La situación era mucho peor que la anterior, porque entonces Bills solo hizo una propuesta, en ese momento sus intenciones eran otras que incluso podían ser crueles al ser objeto de su vanidad. Mary sabía lo que él estaba haciendo, pero era incapaz de responder.

-Puedo hacer que te hartes de mí en una noche- le dijo Bills en el oído y aquello causó un escalofrío en la muchacha- Pero no vale la pena tomarse esa molestia con alguien como tú
-señaló con un repentino cambio de ánimo y apartándose de ella con una actitud cínica.

Mary no le dijo nada. En ese momento solo sintió un gran alivio. Como si estuviera en una especie de trance se fue a su cuarto y cuando llegó allí al sentarse en el borde de la cama, experimento una poderosa indignación que la hizo morderse los labios de rabia y hundir sus manos en su cabellera mientras bajaba la cabeza casi hasta sus rodillas,
para entregarse a esa mezcla de rabia y tristeza que la ahogo en un llanto callado. Ni un sollozo o gemido salió de su boca, pese que la abrió cuál si fuera a soltar un fuerte grito. En su garganta había un nudo tan grande que sus cuerdas vocales quedaron indefensas ante el como ella lo estaba ante Bills.

La indefensión era un estado verdaderamente degradante para una persona tan orgullosa como lo era ella. También era una situación que rara vez enfrentaba. Pocas eran las veces que no sabía que hacer o que decir respecto a una persona o situación. Gran parte de esa fortaleza radicaba en que nadie conocía sus verdaderas intenciones o pensamientos. En su entorno era alguien muy callada que rara vez expresaba un sentimiento. Nunca nadie sabía que sentía por las demás persona, ni siquiera sus más cercanos. Muchos osaban llamarse sus amigos, pero ella consideraba a muy poca gente digna de ese título. Y ni ellas estaban seguras de cuánto las valoraba Mary en realidad. En su situación actual, todo el mundo sabía lo que ella sentía por Bills y la parte peor es que él lo sabía. 

Él no era su primer amor y nunca cometería la idiotez de decir que era el último, pero Bills sabía que ella lo amaba. Eso nunca antes le pasó. Si alguna vez se interesó así por otra persona ese individuo jamás lo supo o ella jamás lo afirmó. En cambio en ese momento todo lo que sentía estaba expuesto y Bills, o cualquiera, podía sacar partido de ello o burlarse de ese sentimiento, como él hizo esa noche.

-Tienes lo que querías- se dijo en voz baja al enderezar la cabeza -Ahora...no te lamentes, no te atrevas a lamentarte.

Se tendió en la cama después de eso y tras un par de horas de dar vueltas, se durmió.