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"TU ME HACES MEJOR PERSONA"
Jamás había conocido a un chico tan increíble como lo era Yuuji, jamás había conocido a alguien que tuviese esa valentía, que tuviese esa personalidad inquebrantable que tanto le gustaba.
Jamás había conocido a un chico que cambiaría su destino por solo salvarlo a él, un extraño en ese momento, un extraño al que le contó sobre el mundo de la hechicería que sonaba tan fantaseoso.
Yuuji era ese chico, tan especial para él que cambió su mundo, el mismo mundo en que ahora el pelirrosa vivía. Ese chico le hizo sonreír como nunca antes, mejoraba su día con su sonrisa y tonterías, con esa buena actitud y tan enérgico.
Ese chico especial merecía todo lo bueno del mundo.
Pero lamentablemente le tocaba de los peores finales.
Megumi no le gustaba pensar en el final ya escrito que tenía Itadori, quería aprovechar cada día con él, hasta el punto de caer enamorado, de querer besarlo, abrazarlo y estar ahí así como él lo ha estado desde el momento en que apareció en su vida.
Su sonrisa lo era todo para el azabache.
Sonrisa que prometeria proteger hasta el final de sus días.
Megumi sentía que tenía a algo porque luchar, que quería ser mejor hechicero, superarse, todo por él, porque lo valía, valía todo eso. Le dio fuerzas y nuevas metas, mejoró su vida aún si Itadori no se daba cuenta de ello; su sola presencia le hacía mejor al azabache y eso todos lo sabían.
Todo aquel que conocía a Megumi y a Yuuji, sabían lo especial que era para el primero, sabían de sus sentimientos y sabían que no había mejor persona que Fushiguro que aquel pelirrosa.
Se conocieron por cosas del destino, no fue simple casualidad y lo sabía, eso lo sabía Megumi, no sabía en que momento hizo algo tan bien para merecer conocer al pelirrosa, pero estaba tan feliz de ello, sin duda su vida, su mundo sería tan diferente si Itadori no hubiese aparecido.
Lo que hacía Yuuji no ayudaba a los sentimientos de Fushiguro, él sólo se enamoraba cada vez más de él hasta el punto de creer que no podría enamorarse aún más, pero ahí seguía, esos sentimientos tan vividos, a flor de piel, tan lindos, esa sensación de calidez que sólo el pelirrosa podría provocar en él. Sus sentimientos eran más que un primer amor, era uno verdadero, Yuuji es su gran amor.
Confesarse a Itadori no fue fácil, aún más cuando se habla de un chico que asi de lindo que es, así de despistado es. Tuvo que ser directo y tragarse ese miedo y esos nervios, encarar sus sentimientos, ver a el pelirrosa sonreír y abrazarle tan fuerte que sentía que se caería al suelo.
